jueves, 22 de diciembre de 2011

CONTRA LA INTOLERANCIA



De pronto el cielo se oscureció y en el horizonte, apareció la silueta recortada de Reina Bellota.
Baja de estatura, de constitución menuda, arrastraba su reino con una fuerza que no correspondía a su físico. Aquella energía que presentaba, era fruto de su odio hacia todo lo que no fuese como ella, hacia todo lo que no entendía que, era casi todo.
La oscuridad se iba imponiendo al paso de Reina Bellota.
Los miserables que formaban su reino, vagaban tras ella como las cuerdas de reos, en otro tiempo, iban tras los policías. Aquellos pobres seres sabían que lo habían perdido todo, que ya nada sería como antes. Se habían transformado en el patético séquito de Reina Bellota.
La comitiva avanzaba lentamente hacia donde nos encontrábamos todos. Ya no era una silueta, ahora se hacía presente de forma tridimensional. La atmósfera se iba haciendo densa.
Con paso sosegado, subió al estrado que se encontraba en medio de la plaza. Todos pudimos ver su imagen por primera vez.
A primera vista, no era nada especial, hasta parecía inofensiva, una más entre todos.
Se hizo el silencio y con el silencio comenzamos a oír el discurso de Reina Bellota:
“YOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYOYO”
Estas fueron sus primeras palabras. Palabras que en un principio no entendimos bien, pero que pasado el caos del primer momento, comenzamos a comprender.
Reina Bellota siguió su discurso:
“NONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONONO”
Entonces, nos dimos cuenta, en manos de quien estábamos. El silencio se fue llenando de murmullos. Alguien intentó preguntar algo, pero Reina Bellota roja de ira, comenzó a gritar:
“MIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIOMIO”
El miedo empezó a apoderarse de todos. Aquella era la auténtica Reina Bellota, de quien habíamos oído hablar tiempo atrás, la que nos iba a salvar de algo que, la mayoría no entendíamos.
Reina Bellota terminó su monólogo, dejando muy claro que esperaba de todos nosotros. Y nosotros entendimos que podíamos esperar de ella. Sometimiento, nada más que sometimiento.
Reina Bellota extendió su manto apestoso sobre todos nosotros y todo se convirtió en tinieblas. Comenzamos a respirar mal, nos asfixiábamos, sentíamos que nos ahogábamos. Un olor repugnante lo infectaba todo. La oscuridad era total. Nos empezamos a abrazar unos a otros y en medio del horror alguien dijo: “mirad, una luz”.
Un pequeño grupo nos movimos hacia allí. No sé cómo, no lo recuerdo bien, había mucha gente y todo era confuso, pero conseguimos salir del asqueroso manto. Luego corrimos hacia el bosque. Los esbirros de Reina Bellota tardaron en darse cuenta de lo que pasaba. Nosotros nos dispersamos entre los árboles. Huimos hacia las montañas donde, nos encontramos ahora.

La vida aquí no es fácil, pero es nuestra vida.

Mireya Martínez-Apezechea

miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA PALABRA



-No me mires con esos ojos de cordero degollado, hija de perra.
Y le propinó una patada en los riñones. Tirada en el suelo como estaba, se encogió de dolor cerrando los párpados, aunque sabía que el ritual de la paliza continuaría todavía unos minutos y cien golpes más.

Cuando aquello acabó y él se fue, permaneció un tiempo en la misma posición; luego lentamente, con enorme esfuerzo se puso en pie y salió.
La puerta del jardín aún no la cerraba con llave: total, adonde iba a ir. En el pueblo próximo nadie le haría caso y el resto era monte. Lo había pensado muchas veces; perderse en el mar de carrascas, andar hasta que las fuerzas le faltaran y dejarse morir. Incluso conocía una cueva de difícil acceso para esconderse, pero no tenía valor para dejarle solo.
La necesitaba, ella era quién soportando los malos tratos, proporcionaba un poco de equilibrio a aquella mente enferma. Sí, era un enfermo a veces lleno de ternura -y se le nublaron los ojos con el recuerdo-que se abrazaba a su cuello llorando y la besaba una y otra vez pidiendo perdón por todo lo que le hacía sufrir.

Hubo una época en que se engañaba y le disculpaba.
-Es bueno, solo que no controla el genio-se decía.
O bien:
-Me quiere, siempre vuelve a mí.
Ahora conocía por experiencia que nada de eso era cierto. Era malvado. No distinguía entre el bien y el mal, sólo admitía su capricho.
Si algo le contrariaba fuera, se desahogaba en casa y a veces sin motivo incluso: por el placer de verla asustada, resignada. Se crecía en esos momentos que se iniciaban con una euforia desmedida y falsas muestras de cariño, y siguiendo un ritmo sistemático acababan, perdidos ya los estribos, con ella medio muerta y lloriqueando un falso arrepentimiento.

¿Cómo empezó todo? Ya no lo recordaba. Al principio la desagradable sorpresa es tolerable; se la imagina pasajera, fortuita. Cuando la presión llega a su cenit ya todo da igual. Podría haberle abandonado, claro. Es posible que alguna vez lo pensara, ¡hace tanto tiempo de eso!
Tomando el sol junto a la tapia del corral, sintiendo de nuevo la sangre fluir por un cuerpo caliente, la impotencia se reviste de martirio -mejor que descargue su furia en mí-y llega a cobijarse bajo el manto del perdón -No sabe lo que hace.

Regresó a casa. Él había vuelto antes de lo previsto y se temió lo peor. Con un látigo en la mano le esperaba para iniciar, continuar, la sesión de tortura.

-Hija de puta, ¿dónde has estado?, vas a saber de una vez por todas quién manda aquí-y levantó la tralla con el rostro descompuesto de ira.
En esta ocasión no fue capaz de bajar la cabeza como siempre y someterse; salió corriendo despavorida.
-Guau, guau, guau.


El maltratador deshumaniza a su victima. Este año en España batimos nuestro propio y triste record de mujeres muertas a manos de sus parejas o ex. No hay excusa, no debe haber piedad para ellos.

Alicia

miércoles, 30 de noviembre de 2011

JORNADA DE REFLEXIÓN




Jornada de reflexión

En este día en el que la campaña electoral queda parada, Martina se dedica a lo que esperan de ella: que discurra con la cabeza no con los pies.
Martina reflexiona sobre dónde pondrá a los peces si el estanque se congela en el invierno y que extraña sensación debió sentir el primer Homo que se quemó con fuego.
También sobre si las personas reflexionamos sólo en esa jornada o lo hacemos más a menudo o ni siquiera ese día.
Se dedica a mirar las estrellas escondidas detrás del azul del cielo. Si la Tierra, que pesa trillones de toneladas y tiene un gran volumen, es una insignificante mota de polvo en el Universo, entonces ¿qué coño somos nosotros?
Las gentes de Somalía se pasean por su cabeza y está segura de que no dudarían en cambiarse por nosotros a pesar de nuestra terrible crisis.
En la siesta nada por el espacio sideral con un impecable estilo braza. Rodeada de meteoritos y satélites empapelados con carteles de propaganda política, se las arregla para esquivar los agujeros negros que la acechan detrás de algunos planetas.
Al mismo tiempo que la noche ella cae en que sigue indecisa. Durante unos momentos desea ser como esas personas que tienen el voto decidido desde siempre, pero en seguida confiesa, ante ella misma, la falta de haber envidiado a los que comenten el grave pecado de no dudar. Y una vez hecho el propósito de enmienda coge varias papeletas de partidos políticos, las echa al suelo y deja que su gato las olisquee con minuciosa curiosidad hasta que se sienta sobre una de ellas, la elegida, esa será la que eche en la urna al día siguiente. Menos mal que ha recordado el método que utilizaba una actriz, no recuerda su nombre, cuando tenía que elegir entre varios guiones. Aseguraba que su gato jamás se había equivocado.

Paloma ©


jueves, 24 de noviembre de 2011

DE LA VIDA MISMA.


Una tarde de la semana pasada, mientras caminaba con una amiga por la rambla, se hizo un momento de silencio. La miré, ella estaba observando a su alrededor y de repente exclamó: “¡cuántas caras y ninguna igual!” El comentario me provocó risa y seguimos caminando. Después llegó la reflexión. No hay dos caras iguales, cierto, pero es que nunca me había puesto a pensar en eso, simplemente es algo que se da por hecho y no se piensa, aunque dicen que todos tenemos un doble en algún lugar del planeta.
Pero después de analizarlo un poco creo que detrás de cada rostro, dentro de cada cabeza, hay una vida, una mirada, un sufrir, un pensamiento distinto y como dice el dicho popular, cada cabeza es un mundo entero. (Por descubrir)
Ayer estaba sentado en la sala de espera del centro de salud, me fui a poner la vacuna contra la gripe, y miraba a mí alrededor.
Tengo una mala costumbre, miro una cara y me invento una historia, miro unos ojos y deduzco, poniendo mucha imaginación claro, lo que hay detrás, lo que está pensando esa persona o por lo que esta pasando.
Sin embargo ayer fue distinto, tenía sentadas a mi lado a dos mujeres, que, a pesar del cartelito de silencio que estaba colgado en la pared, ellas hablaban sin parar y era curioso porque hablaban las dos a la vez con una necesidad imperiosa de comunicar sus dolores, sus rencores, sus alegrías y, al fin y al cabo, contar sus vidas o que alguien las escuche. Sin embargo, ninguna escuchaba a la otra.
Una contaba que iba al cementerio a limpiar la tumba de su suegra, pero a su padre no se la limpiaba por venganza y es que la había desheredado por casarse con un carpintero…
No pasaron ni cinco minutos y ya me habían apuntado para participar en la conversación, porque me involucraron con la mirada y con los gestos cada vez que hablaban y de verdad me alegro, porque hablar con personas que han recorrido mucho más camino en la vida del que llevo recorrido yo, me enriquece y son experiencias y anécdotas que voy registrando y tomando nota para mis escritos.
La espera se me hizo mucho más corta y en cuarenta y cinco minutos me pusieron al día de sus amores, desamores y sufrimientos, algo que me llamó la atención fue su afición por visitar al médico, ya que venían seguido y hablaban de sus amigas, que si "fulanita" ya ha venido esta mañana y "menganita" vendrá mañana porque la artritis le va peor...
Cada persona es un mundo y es una aventura adentrarse en él. Y eso es lo interesante, las cosas sencillas que nos suceden a cada instante, de la vida misma, de los momentos que nos sorprenden cada día, de disfrutar de estas pequeñas cosas que nos pasan en la consulta médica o en un supermercado, en el trabajo o en la parada del autobús. De descubrir otras vidas, de usar la imaginación, de escuchar, de pararse de vez en cuando a respirar, de observar una flor, de vivir sintiendo lo vivido, de aprender, de caer y levantarse, de sonreír aunque todo no vaya tan bien como quisiéramos, pero al menos para que los demás se pregunten porqué seguimos sonriendo...

miércoles, 16 de noviembre de 2011

ADISHAM







A unos tres kilómetros de Haputale, en las montañas de Sri Lanka se encuentra Adisham. Una caminata corta y bonita, te lleva hasta allí sin esfuerzo. Es una zona alta, 1431m sobre el nivel del mar, donde no hace calor y caminar es agradable.
Haputale está rodeada de plantaciones de té. Un té introducido por los británicos a mediados del siglo XIX. La mayoría de las mujeres del área, trabajan temporalmente en la recolección de las hojas de té. No es un trabajo fácil, hay que tener paciencia, delicadeza y fortaleza. Para llegar a Adisham hay que cruzar una de estas plantaciones. Si pasas por allí entre mediados de marzo y mediados de junio, puedes ver el trabajo de estas personas y oír sus cantos. Cantar es una forma de aliviar el trabajo y de hacerlo menos pesado.
La Reserva Natural de Tangamalai donde se conserva un bosque autóctono y una reserva de aves, también se encuentra en el camino.

Adisham es hoy en día, un monasterio benedictino donde un pequeño grupo de monjas reza, cuida el jardín, venden mermeladas caseras y fruta de la zona. También llevan una posada, en una parte del edificio, donde si se quiere, uno puede pasar la noche.
Pero no siempre fue así, este lugar fue construido en estilo neo tudor en 1931, como lugar de descanso de Sir Thomas Lister Villiers y su familia.
Villier había nacido en Adisham en 1869, en el condado de Kent, Inglaterra. Emigró a Sri Lanka, entonces Ceilán, para trabajar con una compañía inglesa que se dedicaba al comercio. Allí conoció a su primera mujer, Evelyn Hope, hija de un terrateniente con plantaciones de té. Los primeros años de casados, los pasaron en Brasil. Más tarde regresaron a Ceilán. Donde Villier siguió enriqueciéndose con sus negocios.
A principios del siglo XX, un Sir Thomas sexagenario, mandó construir una casa de campo que recordaba a su Inglaterra natal y le puso el nombre de Adisham, como su lugar de nacimiento. Luego importó muebles, porcelana, cristalería, alfombras, todo lo que una casa noble necesitaba, de Inglaterra. Decoró las paredes de la casa con los retratos de sus antepasados, los Clarendons y los Duques de Bedford. Organizó una biblioteca y un jardín de estilo inglés con rosales, camelias, rododendros, araucarias, jacarandas. Quería sentirse como un noble inglés en su Inglaterra natal sin darse cuenta de que se encontraba en el trópico a miles de kilómetros de su isla europea.
A lady Villiers, la mujer de Sir Thomas, le gustaba pintar y para ella se construyó un estudio en Adisham. Todavía se pueden ver algunas acuarelas y óleos pintados por ella.
Adisham fue visitado por los gobernantes y hombres de negocios británicos y por las visitas ilustres que llegaban a Ceilán. En las fiestas que se celebraban, no faltaba el gobernador de la isla, el virrey vivía en India.
Con la Segunda Guerra Mundial, las cosas cambiaron y los ceilandeses comenzaron a pedir la independencia. El 4 de febrero de 1948, Ceilán se independiza de Gran Bretaña.
Los Villier abandonan el país. Sir Thomas vuelve a su Inglaterra natal. Deja para siempre su casa de campo y la isla que le había enriquecido. Escribe un libro sobre la industria del té, Some Pioneers of Tea Industry.
Adisham comienza su decadencia, hasta que en los años sesenta, es comprada por la Congregación de St. Sylvester, una suborden benedictina.
Sir Thomas muere en Inglaterra en 1959 y en una isla lejana, le sobrevive una casa de piedra, en medio de las montañas, en medio de los campos de té.
Las mujeres siguen cantando, mientras recogen las hojas de té, se trabaja mucho y se gana poco, pero necesitan el dinero para seguir viviendo.

Mireya Martínez-Apezechea

miércoles, 9 de noviembre de 2011












EL MANIFAS



Había sido un cobarde. Durante toda su vida; así se juzgaba. Nunca en los años de universidad fue capaz, por miedo, de alinearse junto a los que se oponían al Régimen. Por supuesto que internamente lo repudiaba, pero pusilánime en extremo, temía ser detenido y llevado a los calabozos de la Puerta del Sol donde, decían, un tal Billy el Niño era capaz de hacer a cualquiera cantar La Traviata aunque no supiera la letra. Cuando reconocía a un secreta en las aulas se alejaba, no como otros que le increpaban. De las carreras perseguidos por grises a caballo se escondía: nunca asistió a una manifestación.
Su bautismo tuvo lugar en Londres a principio de los setenta; paseaba un domingo por las calles desiertas cuando escuchó un clamor compacto, musical, que como las olas del Cantábrico crecía y crecía para luego morir dulcemente en el silencio. Siguiendo aquel sonido llegó a una avenida donde miles de personas de todas las edades, algunas empujando cochecitos de bebé, ocupaban la calzada pacíficamente haciendo el eco cada cierto tiempo al eslogan que les llegaba a través de un megáfono: Irlanda libre, repetían.
Los ojos se le llenaron de lágrimas.
Acomodaticio, fundido en la grisura de un trabajo rutinario, no comentó con nadie el prodigio del que había sido testigo. Cualquiera se fiaba.
En la Transición repudió con su presencia el asesinato de los abogados de Atocha y apoyó el canto a la libertad después del 23-F. En los años siguientes también estuvo en las manifestaciones por los asesinatos de Miguel Angel Blanco, Tomás y Valiente, del 11-M e incluso contra la guerra en Irak. Eran grandes ocasiones en las que nadie podía permanecer impasible; luego volvía a la rutina con mala conciencia. Siempre se sintió en deuda con la sociedad y descontento consigo mismo.
Este año al jubilarse y disponer de todo su tiempo, vida solitaria sin familia, decidió que debía dedicarse a acompañar a todos aquellos que recurrieran a la protesta callejera para reivindicar sus objetivos. Más vale tarde que nunca.
Meticuloso, ordenado, empezó a anotar en una agenda todas las manifestaciones que se convocaban: día, hora, lugar, motivo. De entrada tenía previsto excluir las de carácter exclusivamente político para evitar la esquizofrenia de defender ideas contrapuestas, y tuvo que añadir desconcertado, las de los grupos religiosos. Se mantendría al margen de ambos temas para centrarse en los de contenido cultural, ecológico, laboral, urbanismo, salud, educación y festivas. Las calles de la ciudad eran una continua algarada. Vivió días gloriosos. Pero puestos a elegir, prefería aquella que bajo el lema Abrazos Gratis, le dio ocasión hasta hartarse de, siendo tímido, perder la vergüenza y recibir entre sonrisas el calor del otro al devolverle el abrazo.
Se había convertido en un coleccionista de manifas; en un manifestante vocacional.
En mes y pico estuvo en 32; un ritmo frenético.
Entendía que un pueblo que ha estado tantos años amordazado, ahora se “emborrachara” de libertad pidiendo cosas a veces imposibles, e incluso molestando a los demás con la ocupación de los espacios públicos. Eso es la Democracia: poder dar su opinión cada ciudadano sobre cualquier tema sin temor, con naturalidad. Así de fácil.
Volvía a casa con la garganta rota y los pies destrozados, pero feliz. Íntimamente se sentía redimido.
Su corazón acompasado a un cuerpo sedentario, no pudo resistir por mucho tiempo tanto esfuerzo, tanta emoción. Descansa ya en paz.

Alicia

lunes, 24 de octubre de 2011

SUEÑOS

Uno de mis mejores amigos me confiesa un asesinato espantoso. Sus palabras chorrean sangre. La familia de la víctima me interroga porque soy la última persona con el que ha mantenido contacto. Miento para proteger a mi amigo... (¿Lo es todavía, o lo era?) Cargo de conciencia. Angustia. Miedo. No puedo vivir con ese peso, y si cuento lo que ha sucedido siento que traiciono a mi amigo. La policía me descubre. Mi abogado me llama. Me despierto gritando sobresaltado. Respiro aliviado. Pesadilla.

Muros de piedra que parecen más fuertes con el paso de los siglos. Las paredes que hablan, cuentan historias. Suelos empedrados. Rincones. Pasadizos. Amores secretos. Cuerpos sudados. Besos robados. Escondidos. Antorchas y volutas de humo negro, muy negro. Cada piedra en su sitio creando una fortaleza y un castillo majestuoso. Un baile de princesas. Reyes, nobles y plebeyos. Trolls, geniecillos y gnomos. Hadas y cíclopes. Pasillos oscuros, frescos, sombríos, mazmorras y gritos. Cuerpos encerrados. Pasos vacilantes, pasos decididos, pasos sonoros. Cadenas que se arrastran, llaves que se mueven. Gritos, lamentos. Ecos. Me despierto en el mejor momento, cuando estaba llegando a la celda para rescatarla.

Sueños. Sueño de día, sueño de noche, despierto y dormido. En casa, en el coche, en el metro y en el bus. Sueño siempre, hasta en el avión mis sueños vuelan. Vivo lo que nunca viviré, me encuentro con personas que no fueron, que ya no están, que nunca ví, pero en ese lugar adonde me lleva el sueño, todos hablan conmigo...

No tengo límites en mis sueños para hacer todo lo que se me ocurra y mucho más. Los vivo sin ataduras, ni cadenas, ni miedos, ni formalidades. Un día los recuerdo, otro día no; un día se desvanecen con el lento paso de las horas y otro día me acuerdo de ellos a la hora de la siesta. Los sueños son mi película, con guión y argumento hecho a medida, como las camisas de hojas del otoño.

No creo que pueda vivir sin soñar, sería demasiado duro no poder escapar un ratito de este mundo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

CADA VEZ MÁS DEPRISA



Cada vez más deprisa

Otoño verde, ocre y rojo.
Otoño seco que enriquece nuestra memoria con la importancia del agua o lluvioso que riega las tierras con ella.
Otoño de Vivaldi y del patriarca
Otoño que nace rodeado de uvas para morir mientras saborea nueces.
Septiembre lo espera con hojas en el suelo, con el Sol inclinado sobre las fachadas, con los animales dispuestos a entrar en sus cuevas.
Siempre llega para abotonarnos las chaquetas y calzarnos las botas.
Otoños difíciles y sencillos, tristes y alegres, oscuros y azules, cada vez más deprisa dejan sus huellas en las nuestras.

Paloma ©

jueves, 15 de septiembre de 2011

LA TRAMPA.

Instintivamente cerré los ojos y un grito quedó ahogado en mi garganta, mientras ascendía de forma vertiginosa para caer a plomo con la cabeza hacia abajo. Dios, se me verá la carrera de las medias que me llega hasta la cintura, se me ocurrió de repente, a la vez que sujetaba la falda con las manos y notaba el arañazo de una rama en la mejilla.

Un dolor difuso y el suave balanceo hicieron que tomara conciencia de mi situación. No estaba en una montaña rusa con un trayecto predeterminado, me encontraba colgada de un árbol, ahorcada por los tobillos y toda la sangre acumulada en el cerebro que, a punto de estallar, me impedía levantar los párpados, aunque con la oscuridad reinante de poco podía servirme.
Tranquila, me dije, se darán cuenta y saldrán a buscarme. Cuando oiga que me llaman trataré de gritar. Trataré, porque con pánico, las cuerdas vocales no me responden. Desde pequeña.
El murmullo del monte impregnó mis poros corriendo por el torrente sanguíneo con ritmo desbocado. Grillos y chicharras improvisaban solos como en un concierto de jazz y un pájaro (¿cual?) aplaudía con el pico. La brisa mecía los matorrales bajos sin apagar las pisadas rápidas, carreras más bien, de animalejos que se retiraban a dormir. Tal vez aquel mundo fuera maravilloso, pero era incapaz de disfrutarlo.
Sentía frío y me abracé. Algo que tú no habías hecho cuando más necesitaba tu protección y ternura. Y esa carencia es lo que me impulsó a lanzarme, en un anochecer sin estrellas, por el campo desconocido, yo tan miedosa.
La casa en el monte, verás como te gusta me habías dicho, la naturaleza en estado puro, salvaje como mi amor por ti. Y yo había reído porque las letras de los boleros y los diálogos de novela rosa me gustaban y los parodiabas muy bien. Te miraba entregada mientras vertías sobre las copas el dry martíni a lo James Bond, mezclado no agitado, antes de la cena a la luz de las velas, cuando - ¡papá tu aquí¡ - En la puerta tu hijo y su novia que también venían de escapada.
De pronto toda tu vida familiar, que siempre me había negado a imaginar, tomó cuerpo ante mí. Tu silencio culpable primero y las explicaciones increíbles sobre mi presencia allí me hicieron salir corriendo sin rumbo, llorando, acogida mi soledad por el silencio aparente del campo, hasta que caí en la trampa.
La trampa, que me ha hecho comprender que mi mundo estaba al revés. En tan incómoda postura veo con toda claridad tu egoísmo y deslealtad para con tu mujer y conmigo, mi estupidez por tenerte en un pedestal que no te mereces.., Hasta hoy. Esta noche se ha escrito el punto y final de nuestra relación. Cuando vuelva a poner los píes en la tierra me sentiré doblemente liberada.

¿Por qué alguien vendrá a buscarme, no?

Alicia

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los 100 mejores libros de todos los tiempos (según la revista Newsweek)

Buscando en la web información para escribir una nota sobre las antiguas librerías de la “vieja” Europa, encontré una lista que publicó la revista Newsweek, en el año 2010, con los mejores libros de todos los tiempos. La selección de estos textos se realizó mediante un análisis de varios listados realizados por medios como The Telegraph, Time y The Guardian, que compararon su aporte a la historia, cultural y un informe de Wikipedia de los mayores best sellers de todos los tiempos y su nivel de ventas.

Me llama la atención que El Quijote brille por su ausencia, el único libro en español que figura es Cien años de soledad. En fin, ¿cuántos hemos leído de toda esta lista? Me parece un muy buen ejercicio para hacer observando los títulos de nuestra biblioteca personal.

Aquí la lista de Newsweek:

1) Guerra y paz, León Tolstoi
2) 1984, George Orwells
3) Ulises, Joyce
4) Lolita, Vladimir Nabokov
5) El sonido y la furia, William Faulkner
6) El hombre invisible, Ralph Ellison
7) Al faro, Virginia Woolf
8) La iliada y la Odisea, Homero
9) Orgullo y prejuicio, Jane Austen
10) Divina Comedia, Dante

11) Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer
12) Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift
13) Middlemarch, George Eliot
14) Todo se desmorona, Chinua Achebe
15) El guardián entre el centeno, J. D. Salinger
16) Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell
17) Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
18) El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
19) Catch 22, Joseph Heller
20) Beloved, Toni Morrison

21) Viñas de Ira, John Steinbeck
22) Hijos de la medianoche, Salman Rushdie
23) Un mundo feliz, Aldous Huxley
24) Mrs. Dalloway, Virginia Woolf
25) Hijo nativo, Richard Wright
26) De la democracia en América, Alexis de Tocqueville
27) El origen de las especies, Charles Darwin
28) Historia, Heródoto
29) El contrato social, Jean-Jacques Rousseau
30) El capital, Kart Marx

31) El príncipe, Maquiavelo
32) Las confesiones de San Agustín
33) Leviathan, Thomas Hobbes
34) Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídides
35) El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien
36) Winnie-the-Pooh A. A. Milne
37) Las crónicas de Narnia, C. S. Lewis
38) Pasaje a la India, E. M. Forster
39) En el camino, Jack Kerouac
40) Matar a un ruiseñor, Harper Lee

41) La Biblia
42) La naranja mecánica, Anthony Burgués
43) Luz de agosto, William Faulkner
44) Las almas de la gente negra, W. E. B. Du Bois
45) Ancho mar de los Sargazos, Jean Rhys
46) Madame Bovary, Gustave Flaubert
47) Paraíso perdido, John Milton
48) Anna Karenina, Leon Tolstoi
49) Hamlet, William Shakespeare
50) El rey Lear, William Shakespeare

51) Otello, William Shakespeare
52) Sonetos, William Shakespeare
53) Hojas de hierba, Walt Whitman
54) Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain
55) Kim, Rudyard Kipling
56) Frankenstein, Mary Shelley
57) La canción de Solomon, Toni Morrison
58) Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey
59) Por quien doblan las campanas, Hernest Hemingway
60) Matadero 5, Kurt Vonnegut

61) Rebelión en la granja, George Orwell
62) El señor de las moscas, William Holding
63) A sangre fría, Truman Capote
64) El cuaderno dorado, Doris Lessing
65) En busca del tiempo perdido, Marcel Proust
66) El sueño eterno, Raymond Chandler
67) Mientras agonizo, William Faulkner
68) Fiesta, Ernest Hemingway
69) Yo, Claudio, Robert Graves
70) El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers

71) Hijos y amantes, D. H. Lawrence
72) Todos los hombres del rey, Robert Penn Warren
73) Ve y dilo en la montaña James Baldwin
74) La Telaraña de Charlotte, E. B. White
75) El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
76) Noche, Elie Wiesel
77) Conejo, corre J. Updike
78) La edad de la inocencia, Edith Wharton
79) El mal de Portnoy, P. Roth
80) Una tragedia americana, Theodore Dreiser

81) El día de la langosta, Nathanael West
82) Trópico de cáncer, Henry Miller
83) El halcón maltés, Dashiell Ahmet
84) La Materia oscura, Philip Pullman
85) La Muerte del Arzobispo, Willa Cather
86) La interpretación de los sueños, S. Freud
87) La educación de Henry Adams, Henry Adams
88) Pensamiento de Mao Zedong, Mao Zedong
89) Psicología de la religión, William James
90) Retorno a Brideshead, Evelyn Waugh

91) Primavera silenciosa, Rachel Carson
92) Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John Maynard Keynes
93) Lord Jim, Joseph Conrad
94) Adiós a todo eso, Robert Graves
95) La sociedad opulenta, John Kenneth Galbraith
96) El viento en los sauces, Kenneth Grahame
97) La autobiografía de Malcom X, Alex Haley y Malcolm X
98) Los victorianos eminentes, Lytton Strachey
99) El color púrpura, Alice Walter
100) La segunda Guerra Mundial, Winston Churchill.

O.M.

SANATORIO MARINO Y HELIOTERÁPICO DE GÓRLIZ





A principios del siglo XX, en Vizcaya muchos niños enfermaban de tuberculosis. La falta de higiene, el hacinamiento, la mala alimentación, ayudaron a que esta infección contagiosa se extendiera rápidamente por los nuevos barrios obreros.
En los últimos años, la ría del Nervión se había convertido en una zona industrial. Navieras, altos hornos, minas, enriquecían a unos y daban trabajo precario a otros. Los nuevos obreros malvivían en barrios construidos rápidamente, sin ninguna proyección urbanística y sin ninguna normativa sanitaria. Aquellos lugares se convirtieron en focos de muchas enfermedades, entre ellas, la tuberculosis.
Con la industrialización, la aparición de la clase obrera, de los grandes oligarcas, de los partidos políticos. También surgió un grupo de profesionales que con su trabajo diario, intentaron generar un mundo “mejor”, menos malo.

Enrique Areilza (1860-1926) había estudiado medicina. Con veinte años y con su título de médico, volvió a Bilbao. Comenzó a buscar trabajo y consiguió la plaza de director del nuevo Hospital Minero de Triano. En enero de 1881, se inauguró el hospital y Areilza se hospedó en una fonda en la zona minera, cerca del hospital. Allí estuvo viviendo y trabajando durante los veinte años siguientes. Con una mentalidad laica, en un mundo muy religioso, enseguida despertó en él, una inquietud social. Se dio cuenta que, la salud no solamente estaba en el ámbito hospitalario, sino que había que mejorar las condiciones de vida para mantenerse sano.
En doctor Areilza hablaba de salarios, de alimentación, de salubridad, lo que hoy conocemos como medicina preventiva, como un vehículo para luchar contra la enfermedad.
Una sociedad sana, desde el punto de vista médico, sólo se podía desarrollar en un mundo más igualitario. Sabía de lo que hablaba porque conocía el medio, ya que vivía y trabajaba allí.
Con estas ideas y con la ayuda de otros médicos, como Luis Larrinaga (1878-1953) se dieron cuenta, de la necesidad de construir un hospital para niños tuberculosos.
Pero levantar un nuevo edificio era costoso, así que presentaron su proyecto a la Diputación de Vizcaya, presidida en aquel momento por Luis de Salazar.
Salazar dio el visto bueno y apareció en escena Mario Camiña, un arquitecto que trabajaba para la Diputación.
Mario Camiña había realizado una serie de trabajos en Vizcaya, siguiendo las ideas del secesionismo vienés. Le gustó el proyecto y asesorado por las ideas de los médicos y el conocimiento de los nuevos hospitales que, se estaban construyendo en diferentes países de Europa. Preparó y levantó los planos del futuro edificio. El pintor Anselmo Guinea (1854-1906) realizó una acuarela donde se podía ver la maqueta del hospital que se quería construir. El doctor Luis Larrinaga escribió un informe sobre el proyecto y todo esto, se llevó a la “Esposicione Internazionale d'Igiene Sociale” de 1912 que, se celebró aquel año en Roma.
El proyecto ganó un premio.
Camiña ideó un hospital moderno. Siguiendo las ideas del secesionismo vienés, levantó un edificio donde predomina la sobriedad formal, de líneas rectas y sencillas.
La fachada está decorada con baldosines azules que destacan sobre el muro blanco. Para su construcción se utilizó hormigón armado, un material muy poco utilizado en aquella época.
En un principio, el edificio tuvo dos plantas y un sótano. Las cubiertas eran planas y se utilizaban como solárium. Durante años se utilizó la helioterapia (curación mediante la exposición al sol) en el tratamiento de la tuberculosis. Más tarde, se levantó una tercera planta y desaparecieron las cubiertas planas.
La zona hospitalaria constaba de cinco edificios: el hospital, un pabellón para enfermos contagiosos, una residencia para sirvientas y monjas que trabajaban allí, otro edificio con la capilla y el comedor y un quinto para el ropero.
En 1918, Camiña se jubiló y le sustituyó como arquitecto de la Diputación, Diego de Basterra (1883-1959) que continuó con el proyecto de su precursor.
Por fin en junio de 1919 se inauguró el hospital, con el nombre de Sanatorio Marino y Helioterápico de Górliz.
Después de buscar por la costa vizcaína la ubicación del edificio, se eligió el pequeño pueblo marinero de Górliz, porque era el lugar que más luz solar recibía de Vizcaya.
Se nombró director del centro, al doctor Luis Larrinaga. Llegaron los primeros niños. El sol, la alimentación, el aire limpio del mar (todavía no se utilizaban antibióticos para la curación de la tuberculosis) conseguían curar a aquellos niños que venían de zonas muy pauperizadas.
El sanatorio tuvo una vida corta. Dieciocho años después de su inauguración, en plena Guerra Civil, los niños del sanatorio marino, fueron evacuados por la Cruz Roja Internacional. Un barco, el Goizeko Izarra, los trasladó a Francia. Así, de una forma violenta, terminaba el Sanatorio Marino y Helioterápico de Gorliz.
El doctor Luis Larrinaga no volvió nunca más a trabajar allí, Areilza había muerto años antes. Con el tiempo, el edificio fue utilizado para diferentes fines.
En 1985, Osakidetza, la sanidad pública del País Vasco, se hizo cargo del edificio. Se restauró y hoy es el centro más grande de rehabilitación en Vizcaya.
El edificio de Camiña preside la playa de Górliz, se mezcla con los bañistas, surfistas y paseantes. Desde sus terrazas, los pacientes pueden ver el mar, muchos salen rehabilitados de allí, otros no.
Estéticamente, el hospital, sigue siendo una construcción moderna, racional, un homenaje a aquellos que creyeron que la sanidad tenía que ser para todos.

Mireya Martínez-Apezechea

jueves, 25 de agosto de 2011

SANTANDER


Santander

Mi cuerpo, aterido por la falta de sueño.
Tú, aún fría por la madrugada.
Mis ojos, reconfortados, llenos de poder abarcarlo todo con la mirada.
Acaricio tu agua,
hago un reloj de arena
con mi mano y tu playa.
Subo los escalones de tu tierra
y te veo tendida perezosa,
bajo un sol que apunta
abrigado por la bruma,
como una acuarela
de trazos transparentes.
Busco ilusiones soñadas,
caminos perdidos por tus calles
con sabor a días grises.
Me has atado con las notas de música
del viejo quiosco, cuando bajaba por el boulevard
ayer por la mañana.
Y se pintó de lluvía el día,
entonces cantaron tus gentes con sus voces
y sentí el pulso de tu vida.

Paloma ©


martes, 16 de agosto de 2011

VOLVER AL PASADO.


En un vuelo proveniente de Buenos Aires, me desperté sobresaltado con un calambre en la pierna izquierda, tal fue el dolor que tuve que pararme y ponerme a hacer algunas flexiones para que la sangre retome su circuito normal en esa extremidad inferior y desaparezca ese cosquilleo molesto, ocasionado por la posición del asiento delantero que me impedía estirar las piernas.
Todo el pasaje dormía placidamente, el avión estaba en penumbras y yo, elongando, y, en esa postura de estirar las piernas estaba, que no pude evitar escuchar la siguiente conversación (que transcribo lo mejor que recuerdo), entre los dos pasajeros que estaban ubicados en la fila siguiente a la mía;

-Oye, tú que sabes tanto de estas cosas ¿crees que puede construirse una máquina para retroceder en el tiempo y ver el pasado? -Por supuesto que sí –contestó su compañero de asiento-.
-Pero ver el pasado es algo imposible. Todo lo que se conoce son todas historias de ciencia ficción. O sea, una gran mentira.
-Todos podemos ver el pasado en directo y sin ayuda de otro instrumento que nuestros propios ojos.

Cuando escuché esto, el calambre se me pasó y me quedé duro. Seguí haciendo ejercicios para disimular y así poder seguir escuchando.

-Sé que tienes ganas de reírte, pero te lo puedo demostrar fácilmente.
-Te prometo que no me voy a reír. Te escucho.
-Si sabes que la luz viaja en el espacio a la velocidad aproximada de 300.000 kms. en un segundo debes entonces comprender que la luz del Sol, situado a 150 millones de kilómetros de nosotros nos llega a la Tierra con un retraso de algo más de ocho minutos. Por tanto, la luz que tu ves ahora mismo si te asomas por esa ventanilla es la luz del Sol de hace ocho minutos. ¡Ya estás viendo el pasado! ¿no es así? Si el Sol se apagase repentinamente, tardarías ocho minutos en enterarte.

Les puedo asegurar que un escalofrió me sacudió el cuerpo y me senté, tiré el asiento para atrás y agudicé mi oído lo más que pude.

-Por la noche, la mayoría de las estrellas que ves están a decenas, centenares, millares de años luz. Es decir el espléndido escenario del cielo estrellado es en realidad la pantalla de una “máquina del tiempo”. Seguramente, muchas de las galaxias que vemos brillar ya hallan dejado de existir pues su luz presente ya se ha extinguido. Sin embargo su luz del pasado nos sigue llegando. Cuando vemos que estalla una estrella situada a 400 años luz, no lo hace en el momento presente sino que lo hizo en el año 1605 de nuestra era. Incluso la luz de la Luna no nos llega en el momento presente, sino con un segundo de diferencia. Si quisiéramos ver lo que sucedió hace algo más de una hora en la Tierra solo tendríamos que situar un potentísimo telescopio en Plutón y enfocar hacía nuestro planeta, lo que observemos será lo que sucedió con algo más de una hora de retraso. Estamos viendo constantemente el pasado, incluso nuestra mente vive en el pasado y en muy pocas ocasiones se asienta en el presente…

A esta altura de la conversación, el comandante anunció que atravesaríamos una zona de turbulencias y que debíamos abrocharnos los cinturones. Abroché el mío y puse mi asiento en posición vertical, volví a estirar mi oído, pero, creo que el que prometió no reírse se quedó dormido escuchando al otro, y el otro no habló más y se puso a leer.

Respire hondo y me dije; “Bueno… resulta que ahora puedo ver el pasado… Y lo más terrible es que es verdad… En fin, lo que hay que escuchar… y me quedé dormido…”

miércoles, 3 de agosto de 2011

LA CRACOVIA DE OSKAR SCHINDLER




Hay momentos en la vida, donde los seres humanos sacan lo mejor y lo peor de ellos mismos. Algunas personas pueden combinar ambas cosas.

Oskar Schindler había nacido en el año 1908, en una ciudad que en aquel momento pertenecía al Imperio Austrohúngaro, imperio que desapareció después de la Primera Guerra Mundial. Luego su ciudad pasó a ser Checoslovaquia. Pero en Zwittau para los alemanes y Svitauy para los checos, la mayor parte de la población era de origen germano.
Tras aquella guerra mundial, la familia Schindler, que se dedicaba a los negocios, quedó totalmente arruinada.
Desde joven, Oskar Schindler, se tuvo que poner a trabajar para salir adelante. Encontró un trabajo como gerente en una compañía eléctrica.
En 1928, se casó con Emilie Pelz (1907-2001) la hija de unos agricultores. Dos años después se afiliaba al Partido Nazi.
El 1 de septiembre de 1939, el ejército alemán invadió Polonia.
Las guerras, si no se tienen escrúpulos, pueden llegar a ser lugares maravillosos para hacer negocios y subir en la escala social. Oskar Schindler lo vio así. Aquella guerra era su oportunidad para triunfar en el aspecto económico.
Sin dinero, pero con muchas ganas de conseguirlo, se trasladó en octubre de 1939, a la Cracovia invadida por los alemanes.
Allí se empezó a codear con los mandos nazis. Sabía gastar el dinero que no tenía y comprar la “amistad” de los que mandaban.
Cracovia era una ciudad con una población de 250.000 habitantes, 60.000 de ellos eran judíos.
Schindler comenzó a buscar el dinero que necesitaba y que no tenía. Entró en contacto con Itzhak Stern (1901-1969), un judío que fue su contable hasta el final de la guerra.
Stern conocía a aquellos capitalistas judíos que, aún teniendo dinero, no podían utilizarlo porque los nazis lo habían prohibido. Schindler no tenía prejuicios raciales, no era un nazi de ideología, era un nazi de interés. Así que llegó a un acuerdo con los judíos, ellos le darían el dinero que necesita y él les conseguiría las cosas que no podían obtener por ser judíos.
El trato se cerró sin mayor problema y con el dinero prestado, pudo comprar una fábrica totalmente arruinada en la calle Lipowa nº 4, en el barrio de Zablocie de Cracovia. Así nació la Deutsche Emalienwaren Fabrik “EMALIA”.
Para poner en marcha la producción, necesitaba mano de obra, mano de obra barata. A los trabajadores polacos, aunque poco, había que pagarlos, la solución para ganar mayor plusvalía era contratar mano de obra gratuita, o sea, judíos. Así que la mayoría de los trabajadores de EMALIA fueron judíos.
Allí se fabricarán utensilios de cocina que, gracias a sus contactos y a la corrupción de los mandos nazis, pudo vender al ejército alemán.
Oskar Schindler comienza a ver realizado su sueño. Empieza a tener dinero, a codearse con los que tienen el poder, a disfrutar de la vida y del sexo, otra de las cosas que le apasionaban.
El 3 de marzo de 1941, el gobierno nazi puso en funcionamiento, el Gueto de Cracovia, en el barrio de Podgórza, al otro lado del río Vístula. Allí trasladarán a todos los judíos de la ciudad. La familia y el propio Roman Polanski (1933) vivirán allí, hacinados, junto al resto de la población judía. La prima de Polanski, Roma Ligocka (1938) escribirá años después un libro, la niña del abrigo rojo, sobre aquella vivencia.
Schindler aprovecha esta oportunidad, para quedarse con una casa lujosa en la calle Straszewskieco nº 7, casa que había pertenecido a una rica familia judía.
La vida sigue, el tiempo va pasando, Schindler cada vez tiene más dinero y más amantes. Los obreros-esclavos de su fábrica se sienten privilegiados porque no sufren ningún tipo de violencia y son tratados de una forma humana.
Los nazis siguen rizando el rizo. En 1942 se crea el campo de trabajo forzado de Plaszow que funcionará hasta 1944. Se levanta sobre dos cementerios judíos.
Cuatro fábricas, dos canteras y miles de trabajadores esclavos. Pero Plaszow no EMALIA, allí los trabajadores son tratados como animales rabiosos, como si no fueran seres humanos. Más tarde el campo de Plaszow terminará siendo un campo de concentración.
Cracovia sigue su bajada a los infiernos. El Gueto de la ciudad será arrasado entre los días 12 y 14 de marzo de 1943. Unas dos mil personas son asesinadas.
Los sobrevivientes del gueto son llevados a distintos campos de concentración y exterminio. La mayoría de ellos a Plaszow.
Por primera vez en su vida, Oskar Schindler comienza a tomar conciencia de lo que está ocurriendo a su alrededor. Toma partido y reacciona contra la barbarie. Su forma de ayudar será contratando más trabajadores para su fábrica. A veces a familias enteras. A personas que nunca han trabajado con sus manos.
Octubre de 1944, el ejército soviético se encontraba cerca de Cracovia.
A los nazis no les gustaba dejar evidencias de su forma de trabajar y organizar el exterminio contra sus enemigos. Así que ante la llegada de los soviéticos, comenzaron a destruir el campo de Plaszow. Los prisioneros fueron deportados hacia otros campos de concentración como Auschwitz, no lejos de Cracovia.
Schindler consiguió que las autoridades nazis, le permitiesen abrir una nueva fábrica en Brunnlitz (Brnenec en checo), cerca de su ciudad natal. Realizó una lista con 1200 nombres de judíos que pasó a Amon Goeth (1908-1946), el comandante del campo de Plaszow. Goeth, a cambio de dinero le permitió que se llevara a las personas que estaban en la lista.
Desde octubre de 1944 hasta mayo de 1945, cuando Brunnlitz fue liberado por los soviéticos, la fábrica de municiones de Schindler estuvo en funcionamiento. Luego ayudado por sus trabajadores huyo hacia el oeste. Dejó Europa y se marchó a Argentina con su mujer.
En Argentina pusieron en marcha una granja de cría de aves. Un negocio ruinoso. La pareja se separó, ella decidió quedarse en Argentina y él volvió a Europa.
Oskar Schindler murió en Hideshein (Alemania) en 1974. No poseía nada. Está enterrado en Jerusalén.
Aquella lista, aquel gesto de buena voluntad, le convirtió en un héroe. Fue una manera inteligente de ayudar y ser ayudado.

Mireya Martínez-Apezechea

miércoles, 27 de julio de 2011

LA HEMEROTECA



“EEUU encerró a 30 enfermos mentales. Los presos eran castigados por subrayar un libro o tapar el conducto de la ventilación. El manual del interrogador juzga sospechoso llevar un reloj Casio o 100 dólares”

Instintivamente se miró el reloj. No, no era un Casio. Que tontería-se dijo para tranquilizarse- el titular del periódico corresponde al 26 de abril de 2011. Hace tanto tiempo, que ni siquiera existe ya esa marca de cronómetro. Es el miedo a cometer cualquier infracción, el causante de mi sobresalto. Tendré que controlarse aún más.
Como todas las mañanas la cinta deslizante le había conducido hasta su puesto en la gran sala. Ocupó la silla; la pantalla que a modo de mesa conformaba su posición, ya estaba encendida y con el material a estudiar insertado.
Le gustaba su trabajo, aunque no era consciente de ello. Pertenecía al grupo que había sido despojado de las emociones por manipulación genética en el Centro de Fertilidad. Sospechaba a veces, que el útero en que fue insertado el óvulo fecundado del cual procedía, pertenecía a una sensitiva camuflada que había conseguido engañar al detector. Así le había transmitido su enfermedad. No se explicaba si no, cómo su corazón palpitaba ante ciertas noticias como la descripción de la tragedia de Chernobil cuyo aniversario se recordaba; ese suceso increíble en que miles de personas se vieron contaminadas con la radiación nuclear. Un hecho impensable en su mundo actual. No debía alterarse. Se jugaba la vida si lo descubrían.
Educado para estudiar el pasado, que oficialmente no existía, se especializó en la prensa de los siglos XX y XXI Cada día pasaba rigurosos controles antes de acceder al antiguo bunker de la era atómica, situado dentro de un volcán inactivo, para estudiar el comportamiento de los antepasados según lo plasmaban los periódicos. No elegía cabeceras, ni país, ni siquiera fechas: aquello que encontraba dispuesto para él, serviría para redactar un informe cuyo destinatario ignoraba. Tal vez quisieran evitar los errores cometidos en otro tiempo. Por ejemplo, el dar voz a los ciudadanos. Las cartas al director mostraban las preocupaciones reales y la opinión generalizada, a veces enfrentada, sobre un tema concreto. ¿Serían escuchados? Su imaginación no llegaba a tanto. Al menos lo intentaban levantándose contra regímenes dictatoriales como en Siria Yemen, Libia. Incluso a veces las autoridades eran burladas con la fuga de 500 presos de una cárcel en Afganistán. Crisis financiera, paro, emigración no autorizada. Algunos temas eran muy recurrentes. Recordaba haberlos leído más veces, muchas veces.
Se involucró en el trabajo, aunque no pudo evitar una cierta sorpresa ante la sección de tecnología, tan primitiva, donde se celebrara la aparición del móvil Óptimus con prestaciones mínimas, desde su perspectiva. ¿Y las páginas de cultura y deporte? Era imposible permanecer impasible ante la cara de aquella mujer que recibía un importante premio literario, el Cervantes, y que según sus cálculos, hacía tiempo que había agotado su ciclo de vida. Nadie ahora era tan viejo; por un sentimiento de justicia, una generación cuando sus neuronas y salud empezaban a decaer, era sustituida por la siguiente. Pasó por alto la controversia, ya resuelta en la actualidad, sobre si el ADN debería figurar o no en los documentos de identidad, y pasó, tratando de dar un carácter científico a su curiosidad, al modo en el que se divertían aquellos androides: domando toros bravos y dando patadas a un balón (¿)
Se reservó para el final su sección favorita, aunque nunca la mencionaba en el informe oficial; los anuncios por palabras: “las más picantes”, “latina fogosa” “lolita juguetona” Parece ser que en otro tiempo concedían importancia al sexo, que de un acto higiénico como ahora, para ellos representaba placer y eran incitados a disfrutar practicándolo.
No pudo embridar la imaginación. Su cuerpo respondió al estímulo.
Unas manos se posaron en sus hombros.
-Acompáñanos.
Le apartarían de la sociedad acusándolo de loco. Tuvo plena conciencia de ello.

Alicia

jueves, 21 de julio de 2011

NEGRO CARMÍN



Negro carmín

Logró que se parara antes de salir a la calle.
Apuntándole con su pistola, esta vez a la altura del corazón, y jadeando rabia le ordenó:
─Suelta despacio lo que tienes en la mano.
El hombre encañonado, jadeando también, pero con una sonrisa a pesar del dolor, fue obediente y lo dejó resbalar junto a la sangre que caía por su pierna. Al llegar al suelo hizo un modesto ruido.
─Lo ha tirado entre las macetas ─advirtió a su compañero que llegaba resonando por toda la escalera.
Con unos guantes, el recién llegado, recogió el carmín tratándolo como a la más exclusiva joya del mundo. La barra estaba a medio gastar.
─Habéis tardado doce pintalabios en cogerme ─empezó a reír a carcajadas─ Si hoy no hubiera sido por mi fallo de dejarla gritar… Ahora ―dijo mientras les ofrecía sus manos juntas con las palmas hacia arriba— llevadme. Estaré encantado de hacer una crónica detallada a todo el que quiera oírme
─Te has equivocado desde el principio hijo de puta, aquí se acaba todo ─y se le tensaron hasta los músculos de las orejas.
Los tres sintieron como las sirenas se acercaban a grandes zancadas.

Paloma ©

miércoles, 13 de julio de 2011

Para ti. (soneto)


Archivando papeles, con motivo de una mudanza, encontré este soneto que escribí en el Taller de Narrativa de la Universidad de Comillas en febrero de 2010. Al profesor y a mis compañeros del curso les gustó, espero que a los lectores también.

Para ti.

Espinas de tu amor, la noche azul.
Camino con pesar por la vereda,
una rama caída, al viento rueda,
lágrimas y dolor, bajo el abedul.

He visto que en tu cuarto, en el baúl,
mudos están tus vestidos de seda.
De nuestras vidas ya nada queda
sólo sombras, ligeras como un tul.

Desde siempre te amé; me has dejado.
Tu cuerpo, una sublime obra de arte,
con trampas de amor, él se ha llevado.

Temo que no podré, nunca olvidarte.
No importa mi destino maltratado,
si tú volvieras, volvería a amarte.



Omar Magrini
Febrero 2010

miércoles, 6 de julio de 2011

CARMINA BURANA


A los pies del Benediktenwand, en los Alpes bávaros, se encuentra el monasterio benedictino de Beuern (Benediktbeuern).
El monasterio había sido fundado en el siglo VIII, destruido en el siglo X por los húngaros, vuelto a construir en el siglo XI y por último, el actual edificio, levantado en el siglo XVII.
La abadía está formada por varios edificios, patios, un claustro y una iglesia. Hay un restaurante y una tienda de productos biológicos que se cultivan allí.
Es curioso pararse un rato, en el jardín de hierbas que se conserva perfectamente. Con forma geométrica, dividido en cuatro zonas donde crecen plantas para la cocina, plantas medicinales, plantas simbólicas y plantas para los sentidos. Es un jardín medieval que todavía se conserva.
Para los amantes de Goethe, la abadía es un lugar curioso porque el escritor pasó por allí camino a Italia.

Pero realmente, la abadía es conocida en el mundo, por el Carmina Burana.
En 1803 la abadía fue secularizada y se ordenaron los documentos que había en el archivo y fue allí donde Joham Christoph von Aretino encontró el famoso códice.
Durante la Edad Media, muchos estudiantes y clérigos vagabundos, se movían por los caminos de Europa. Se reunían en posadas, en monasterios, caminaban juntos algunos tramos, intercambian ideas, experiencias y también escribían poesías y canciones. A estas poesías y canciones las conocemos como cantos goliardos.
El Carmina Burana, es eso, una colección de cantos goliardos. Escritos durante los siglos XII y XIII, en diferentes lenguas, latín, alemán medieval, francés arcaico, occitano. Además de estas poesías, forman parte del códice, dos textos dramáticos que se podían representar.
Poemas sobre el gozo de la vida, sobre el juego, el amor carnal, la bebida. Poemas críticos con los estamentos sociales. Satíricos con la iglesia. Llenos de vida. Poemas de aquellos que se rebelaban contra el poder establecido del momento.

En el museo que hay en la abadía, se puede ver un facsímil del Carmina Burana. El original se encuentra, no lejos de allí, en la capital de Baviera, Munich, en Bayerische Staatsbibliothek (Biblioteca Pública de Baviera).
Pero hasta 1937 no se pudo oír el sonido de estos versos hechos canciones. Fue el músico bávaro, Carl Orff quien eligió veinticinco poemas del códice, los arregló y compuso una música para acompañarlos.
Orff había descubierto estos poemas en el libro que publicó Schmeller en 1947 y durante más de un año, trabajó en este proyecto que le daría fama mundial.
El 8 de junio de 1937 en Frankfurt, se estrenó el Carmina Burana, dirigido por el mismo Carl Orff. Por primera vez desde el Medievo, se oyeron aquellos poemas que hablaban del placer de la vida. Pero la Europa de aquella época no era muy feliz. Los totalitarismos se iban haciendo fuertes en el continente. La democracia se tambaleaba. Terminada la Guerra Civil en España, comenzaría la Segunda Guerra Mundial.

¡Oh, fortuna!
Variable
Como la luna;
Como ella creces sin cesar
o desapareces.


Mireya Martínez-Apezechea

miércoles, 29 de junio de 2011

Medianoche en París.(el mejor Woody Allen)

Woody Allen nos devuelve la magia del cine, mientras nos ofrece una romántica y encantadora visión de la capital francesa en su último film “Medianoche en París”. La comedia protagonizada por Owen Wilson cuenta con varios rasgos característicos de las primeras películas del realizador neoyorquino.

Una ciudad luz impresionante, (muy bellas imágenes de la capital francesa) aún bajo la lluvia, una pareja que no se lleva muy bien y una mezcla de personajes legendarios son dos de los principales pilares sobre los que se estructura la trama de “Medianoche en París”. La música es para un post aparte, excepcional.
Gil Pender es un escritor de guiones para películas hollywoodenses que quiere incurrir en el formato de novela. De paso por París con su prometida, intenta encontrar fuentes de inspiración por las encantadoras calles de la ciudad y lo logra de una particular forma: mientras deambula sin rumbo una medianoche por París, un viejo coche lo lleva de paseo hacia el pasado, más precisamente hacia los años 20. Gil encontrará en ese pasado a famosos personajes de la cultura mundial, como escritores y pintores (Hemingway, Picasso, Dalí, Man Ray, etc.) y también a una mujer que le demostrará, sin quererlo, que no siempre el pasado es mejor que el presente…

La película nos trae al viejo y gran maestro Woody Allen, el que hizo de 'Annie Hall', 'Manhattan' o 'Hannah y sus hermanas' auténticas obras maestras y al más contemporáneo, el que se rinde y se entrega a los encantos de los escenarios europeos. De hecho, es probable que se trate del film actual de Allen más influenciado por la geografía de la ciudad donde está ambientada.

Una vez más, el reparto es otro punto fuerte en un film del neoyorquino. Cuenta con varias caras muy conocidas como la de Owen Wilson, Rachel McAdams, Kathy Bates, Carla Bruni, Marion Cotillard y Adrien Brody (que a pesar de aparecer en una sola escena, se destaca encarnando a un muy simpático Salvador Dalí).

“Medianoche en París” es una comedia con varios aciertos, que aprovecha al máximo un París espectacular, donde transcurren las acciones y que muestra que pese a su larga trayectoria, Woody Allen es capaz de mantener la frescura y la originalidad y de permanecer fiel a sus orígenes devolviendo la magia del cine.

O.M.
europapress

miércoles, 22 de junio de 2011

EL ÚNICO QUE VOLVIÓ A CASA

Es un hecho que se repite en todas las épocas de vacaciones: el abandono de mascotas. Los más “responsables” los acercan hasta un centro de acogida, a una sociedad protectora. Los más irresponsables los dejan en cualquier sitio con la altísima probabilidad de que mueran atropellados y con el consiguiente peligro de que provoquen un accidente de fatales consecuencias. En este segundo día de verano he recordado una crónica que escuché, hace unos cuantos años, a Vicente Romero en Radio Nacional de España y que paso a reproducir para compartir con todos.

El único que volvió a casa
Vicente Romero 30/5/2006

Se aproxima otra época de abandono de perros. Centenares de cachorros que llegaron a cientos de hogares como regalo de Navidad o Reyes, serán abandonados por sus irresponsables propietarios cuando se produzca la fuga masiva por vacaciones que empieza ya a planearse en éstos días calurosos que invitan a pensar en el veraneo. Por eso, seguramente, un oyente tan amigo de los perros como yo me recuerda aquella canción del inmortal Georges Brassens, que décadas atrás ya se quejaba del abandono masivo de mascotas en Francia. Brassens pedía a sus dueños que no los abandonaran en la carretera número siete, a lo largo del Rhône. Y, sabiendo que su súplica era inútil, añadía con extraordinaria dureza no importa que esa gentuza se empotre contra un árbol; de todos modos, como no tienen alma... A propósito de todo esto, voy a narrar una historia que me han contado. Que ocurrió semanas atrás en un barrio del sur de Madrid, pero bien podría ser un cuento con moraleja a lo Brassens.

La pasada Semana Santa, cuando se produjo el inevitable éxodo masivo hacia las costas, un matrimonio con dos hijos decidió --como tantos otros-- librarse de ese estorbo que el perro representaba para sus vacaciones. Una noche, a solas, marido y mujer hablaron de cómo hacerlo. Sabían que los niños lo echarían de menos. Pero les dirían que se había escapado. Fingirían buscarlo, para tranquilizarlos, y les dirían que seguro que alguien lo recoge, ya que es tan mono y tan cariñoso. Después, confiaban en que la diversión en la playa les ayudaría a olvidarlo. Así, un par de días antes de emprender su ansiado viaje a Cullera, subieron al perro en el coche y se alejaron una decena de kilómetros, hasta otra ciudad dormitorio. Sin alejarse demasiado de la autopista, abrieron la puerta y empujaron al pobre animal con la seguridad de que no volverían a verlo. Si tenía suerte, encontraría otro hogar --se dijeron-- si no, acabaría hecho un guiñapo ensangrentado en el arcén de la carretera. ¡Qué más da! Una obligación menos, un gasto menos, una responsabilidad menos... Arrancaron y aceleraron, sin volver la vista atrás para no contemplar como el perro corría inútilmente detrás del coche, incapaz de entender aquella traición.

Dicen los vecinos de esa familia --de esa gentuza, diría Brassens-- que a primera hora de la tarde del viernes previo a Semana Santa, cuando el padre regresó de su oficina, llenaron el coche de trastos playeros, le pidieron a alguien que echara un vistazo a su casa, y se despidieron hasta el domingo de Resurección. Cuentan también que el martes santo, el perrillo volvió a su casa. Sucio, maltrecho, se sentó en el portal a esperar que alguien le abriese el paso. Sin saber qué hacer, los vecinos le pusieron un cuenco con agua bajo las escaleras y le bajaron algo de comer, día tras día, esperando que sus amos regresaran. Pero pasó el domingo y no aparecieron. El lunes supieron que jamás volverían: se habían matado, el matrimonio y sus dos hijos, cuando emprendían el viaje de vuelta. Su piso sigue cerrado desde entonces. El perro vive enfrente, y sus nuevos amos se conmueven al explicar que, cada vez que lo sacan a pasear, todavía olisquea la puerta de lo que fue su casa y gime con una pena profunda.

martes, 7 de junio de 2011

El MASSACHUSETTS DE SERT

Casa de Josep Lluís Sert en Cambridge, 1958


Maqueta del Pabellón de España, en la Exposición Universal de París, 1937




Desde febrero de 2009, el canal uno de TVE emite un programa que se ha hecho muy popular y que gusta mucho a los televidentes, españoles por el mundo. En pocos minutos un español que vive en cualquier parte del planeta, comenta algunos detalles sobre el país donde vive, sobre como ha llegado allí y que está haciendo en aquel lugar. Son unas pinceladas, un eco de que existen otros lugares, de que hay otras formas de buscarse la vida, de que no es necesario quedarte en el país donde has nacido. No se profundiza en nada, no se aprende nada nuevo del país en cuestión, ni de la persona protagonista en particular. Pero en la mente del televidente queda la sensación de que el mundo es grande y que está lleno de españoles. Son los nuevos emigrantes, unos emigrantes movidos por diferentes circunstancias, conocimiento, aventura, amor, mejora profesional… han elegido vivir en otro lugar, pero en la mayoría de los casos, pueden volver a su lugar de origen cuando quieran.
Durante los años cincuenta y sesenta, se calcula que alrededor de un millón de trabajadores españoles se marchó del país, para buscar una forma digna de vida. Aquí había poco trabajo y peor pagado. La Europa de la postguerra comenzaba a reconstruir sus ciudades y su industria, necesitaba mano de obra y muchos trabajadores encontraron allí su oportunidad.
Unos años antes, en los cuarenta, al término de la Guerra Civil, otro grupo importante de españoles, también tuvo que dejar el país, quedarse les hubiera podido costar la vida y la libertad. Muchos cruzaron andando a Francia, otros se marcharon en barco hacia América. Pero casi medio millón de personas dejó el lugar donde había nacido para seguir viviendo. Aunque muchos de ellos eran trabajadores sin cualificación, un grupo muy importante, casi la mitad, eran profesionales bien preparados. Científicos, docentes, matemáticos, psiquiatras, médicos, intelectuales, artistas, historiadores, escritores, ingenieros… tuvieron que irse del país. Entre ellos el arquitecto catalán Josep Lluís Sert.
Sert buscaba una arquitectura moderna, racionalista, creadora de bienestar social. Una nueva arquitectura para una sociedad más igualitaria, más justa. Había estudiado en Barcelona y trabajado en el estudio de Le Corbusier donde se empapó de ideas nuevas. Se unió al GATEPAC (grupo de arquitectos y técnicos españoles para el progreso de la arquitectura contemporánea) deseando construir nuevos edificios y ciudades.
Durante sus primeros años como arquitecto, construyó varios edificios en Barcelona, los más importantes de esta primera época fueron la Casa Bloc (1934) y el Dispensario Antituberculoso (1935) que todavía se pueden ver en la Ciudad Condal.
Luego, unas elecciones democráticas, un golpe de estado, una guerra civil acabaron con la modernidad de un plumazo. Entre medias hubo una Exposición Universal en el París de 1937. Participaron muchos países, España estaba en guerra, pero el gobierno decidió levantar un pabellón que les representase. Los artistas no cobraron por su trabajo, únicamente se les pago los materiales utilizados.
Josep Lluís Sert y Luis Lacasa construyeron un sencillo y moderno edificio de tres niveles, donde Picasso expuso el Guernica y su escultura Cabeza de Mujer. Joan Miró presentó su cuadro, El payès català en revolució. Julio González, la escultura La Monserrat. Alberto su columna, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella. Y donde se rindió homenaje, exponiendo algunos de sus trabajos, al escultor Francisco Pérez Mateo que, había muerto unos meses antes en combate. También participó Alexander Calder, el escultor estadounidense amigo de Miró y más tarde de Sert, con su fuente de mercurio.
Al término de la guerra Josep Lluís Sert pasó a Francia y desde allí a Estados Unidos. Los primeros años se dedicó a dar conferencias en diferentes universidades, después encontró trabajo como catedrático en la Universidad de Yale. Mientras tanto estuvo trabajando en una serie proyectos en distintos países de Latinoamérica.
Unos años más tarde, en 1953, la Universidad de Harvard le nombró decano de la Escuela de Diseño, cargo que ejerció hasta su jubilación en 1969.
En Cambridge, Massachusetts, la Universidad de Harvard le cedió un terreno, donde Sert construyó su casa. Una casa mediterránea, cúbica, de cubiertas planas, articulada alrededor de tres patios. Una casa encerrada en sí misma. Dicen los que le conocieron, que Josep Lluís Sert era una persona muy abierta, que le gustaba rodearse de jóvenes, enseñar, aprender, que se daba a los demás sin dificultad, pero que le gustaba tener su espacio privado, íntimo, por eso protegió su casa de las miradas del exterior, pero fue una casa abierta a amigos y estudiantes.
Cuando se pasea por Cambridge, la casa de Sert, es un punto discordante en la calle Irving. Rodeada de casas de madera con ventanas y puertas al exterior, con jardines sin cerramientos, casas que invitan a mirar lo que pasa dentro. La de Sert aparece rodeada por las tapias de los patios exteriores, pasando desapercibida a la mirada de los curiosos.
Pero además de su casa, en Cambridge y en Harvard, Sert realizó varias obras importantes de las que hoy en día todavía podemos disfrutar.
No lejos de su casa, levantó El Centro de Estudio de las Religiones del Mundo. Las Oficinas de New England Gas and Electric Association. La Escuela Elemental Martin Luther King. El Edificio de Oficinas “44 Brattle St.”. El Holyoke Center. El Science Center y el Peabody Terrace.
En la Universidad de Boston levantó el edificio de la Facultad de Derecho, la biblioteca de esta facultad, el Centro de Estudiantes y la Biblioteca Mugar.
El último edificio que construyó en ese entorno, fue la Residencia de Estudiantes en el Campus del MIT.
En esta zona de Massachusetts, la presencia de este arquitecto catalán es indiscutible, sus ideas de modernidad las podemos ver a simple vista en sus edificios.
En Barcelona también podemos disfrutar de la Fundación Miró diseñada y levantada por el amigo íntimo del pintor, Josep Lluís Sert, entre 1972 y 1975.
Acabada la dictadura y mejorada la situación económica, muchos exiliados y emigrantes volvieron, otros habían muerto o no quisieron regresar. Sert pasó sus últimos años en Cataluña, murió en Barcelona el 15 de marzo de 1983. La obra de Sert hoy en día es conocida mundialmente.

Mireya Martínez-Apezechea

martes, 31 de mayo de 2011

Cada casa es un mundo.

Nada mejor que las largas y soleadas tardes de la primavera, en el madrileño Parque del Retiro, para pasear con amigos, tomar un helado o una Coca Cola y enterarte de las cosas de la vida, pero de la vida de los otros. (No me mal entiendan… je, je, je,)
Siempre que vienen amigos o familiares a visitarnos a casa, los llevamos a conocer y a caminar por el parque. Esta vez nos visitó un amigo inglés, en realidad vino por trabajo y se quedó el fin de semana con nosotros. Tuvimos oportunidad de hablar y mucho. Lo que sigue a continuación es un resumido relato del último año de su vida sentimental. (Con su consentimiento)

Hace 3 años Peter (34 años) conoció a Glenda (32 años, nacida en Alemania) en el Museo Británico, en la ciudad de Londres. Ambos estaban extasiados contemplando la Piedra Rosetta; de repente se vieron reflejados en los gruesos cristales blindados que cubren la piedra y hubo flechazo y amor a primera vista. Pregunta va, sonrisa viene, ¿qué dirán esos jeroglíficos? y esas cosas que se dicen, luego tomaron un café, luego fueron a almorzar… luego se pusieron de novios y al poco tiempo se fueron a vivir juntos.
Ahora viene lo mejor; el año pasado, en setiembre, Glenda renuncia a su trabajo y le dice a Peter que se va seis meses a recorrer el mundo con una mochila al hombro. Peter, mas allá de enojarse o sorprenderse, la felicita por la idea y le dice que no hay problemas, que aproveche y que disfrute del viaje.
Y así Glenda, con su mochila al hombro, se fue a pasear el mundo y Peter se quedó en Londres trabajando. A los 2 meses de la partida de ella, él se tomó unos días de vacaciones y se fue a Tokio, ahí se encontraron y estuvieron juntos una semana viajando por el país del sol naciente. Luego Peter volvió a su trabajo y a ella a seguir peregrinando por el globo.
Pasaron dos meses más, él volvió a pedir unos días de vacaciones y se fue a Sidney, Australia, por una semana y ahí, en el hemisferio sur, vivieron una semana de puro amor saltando de un lugar a otro, literalmente, como dos canguros más. (Según sus palabras)
Luego de esa semana él volvió a Londres a seguir trabajando y ella a seguir de viaje por otros dos meses. Cumplidos los 6 meses, Glenda volvió a Londres y a los 20 días consiguió el trabajo en el cual está ahora.
Hoy continúan con sus vidas, felices y contentos en el mismo departamento, ubicado en las afueras de Londres.

“Cada casa es un mundo” decía mi abuela y ¡cuánta razón tenía! Pero haciendo una reflexión rápida; que lejos (y muy lejos) que está esta anécdota, de la realidad que viven familiares y amigos en Argentina; algunos de los cuales ni se les ocurriría salir de la provincia de Buenos Aires. Conociéndolos y dicho por ellos mismos; ni de chicos, ni de adolescentes, ni de novios (y menos dejar a la novia sola 6 meses que se vaya a recorrer el mundo!) ni de casados y encima con hijos; nunca jamás se les cruzaría por la cabeza la idea de irse de viaje por tanto tiempo.
Tengo primos que sólo conocen Córdoba y Mar del Plata y otros que no salieron del país. Y no solo primos, amigos, y de buena posición, que si quisieran podrían hacerlo tranquilamente, pero la idea ni se les aparece por su cerebro. Ellos, como muchos, como la mayoría, eligieron tener muy cerca a la familia y a los amigos, si hasta en las vacaciones se van todos juntos.

Como si fuera poco, y para terminar de convencernos de que lo que hicieron es absolutamente normal, el domingo en el parque había dos jóvenes inglesas tomando sol al borde del estanque, muy cerca nuestro; y la conversación giró en torno a la elección del lugar al cual se irían a vivir y a trabajar el año próximo para acumular experiencia; Hong Kong, Dubai, Australia o Nueva Zelanda. Nosotros, como dicen los nuestros amigos españoles, flipábamos. Peter se reía y nos decía “ven…”
Y así surgió la gran pregunta, ¿por qué aquí, en el hemisferio norte es o suena tan común escuchar a adolescentes (y algunos no tanto) decir; me voy a dar una vuelta al mundo, o me tomo un año sabático para recorrer y después vuelvo a seguir trabajando? O lo que también es bastante frecuente; terminar la universidad y buscar el futuro laboral en otro país. Creo que para los del norte suele ser normal tomar la decisión de irse; y la familia, los padres y los novios saben que puede ocurrir y lo aceptan.
Una situación que para los del sur es totalmente distinta, pareciera que costara muchísimo cortar el cordón y separarse del enclave familiar y de los amigos. ¿Por qué será? ¿Por la cultura, por los afectos, por las distancias o por la forma de vivir? En fin, ya encontraré las respuestas y se las diré.

Peter se queda hasta el martes, trataré de averiguar un poco más sobre como va esa relación, aunque según dijo, con viajes o sin ellos, hasta el altar no paran.

O.M.

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