martes, 7 de junio de 2011

El MASSACHUSETTS DE SERT

Casa de Josep Lluís Sert en Cambridge, 1958


Maqueta del Pabellón de España, en la Exposición Universal de París, 1937




Desde febrero de 2009, el canal uno de TVE emite un programa que se ha hecho muy popular y que gusta mucho a los televidentes, españoles por el mundo. En pocos minutos un español que vive en cualquier parte del planeta, comenta algunos detalles sobre el país donde vive, sobre como ha llegado allí y que está haciendo en aquel lugar. Son unas pinceladas, un eco de que existen otros lugares, de que hay otras formas de buscarse la vida, de que no es necesario quedarte en el país donde has nacido. No se profundiza en nada, no se aprende nada nuevo del país en cuestión, ni de la persona protagonista en particular. Pero en la mente del televidente queda la sensación de que el mundo es grande y que está lleno de españoles. Son los nuevos emigrantes, unos emigrantes movidos por diferentes circunstancias, conocimiento, aventura, amor, mejora profesional… han elegido vivir en otro lugar, pero en la mayoría de los casos, pueden volver a su lugar de origen cuando quieran.
Durante los años cincuenta y sesenta, se calcula que alrededor de un millón de trabajadores españoles se marchó del país, para buscar una forma digna de vida. Aquí había poco trabajo y peor pagado. La Europa de la postguerra comenzaba a reconstruir sus ciudades y su industria, necesitaba mano de obra y muchos trabajadores encontraron allí su oportunidad.
Unos años antes, en los cuarenta, al término de la Guerra Civil, otro grupo importante de españoles, también tuvo que dejar el país, quedarse les hubiera podido costar la vida y la libertad. Muchos cruzaron andando a Francia, otros se marcharon en barco hacia América. Pero casi medio millón de personas dejó el lugar donde había nacido para seguir viviendo. Aunque muchos de ellos eran trabajadores sin cualificación, un grupo muy importante, casi la mitad, eran profesionales bien preparados. Científicos, docentes, matemáticos, psiquiatras, médicos, intelectuales, artistas, historiadores, escritores, ingenieros… tuvieron que irse del país. Entre ellos el arquitecto catalán Josep Lluís Sert.
Sert buscaba una arquitectura moderna, racionalista, creadora de bienestar social. Una nueva arquitectura para una sociedad más igualitaria, más justa. Había estudiado en Barcelona y trabajado en el estudio de Le Corbusier donde se empapó de ideas nuevas. Se unió al GATEPAC (grupo de arquitectos y técnicos españoles para el progreso de la arquitectura contemporánea) deseando construir nuevos edificios y ciudades.
Durante sus primeros años como arquitecto, construyó varios edificios en Barcelona, los más importantes de esta primera época fueron la Casa Bloc (1934) y el Dispensario Antituberculoso (1935) que todavía se pueden ver en la Ciudad Condal.
Luego, unas elecciones democráticas, un golpe de estado, una guerra civil acabaron con la modernidad de un plumazo. Entre medias hubo una Exposición Universal en el París de 1937. Participaron muchos países, España estaba en guerra, pero el gobierno decidió levantar un pabellón que les representase. Los artistas no cobraron por su trabajo, únicamente se les pago los materiales utilizados.
Josep Lluís Sert y Luis Lacasa construyeron un sencillo y moderno edificio de tres niveles, donde Picasso expuso el Guernica y su escultura Cabeza de Mujer. Joan Miró presentó su cuadro, El payès català en revolució. Julio González, la escultura La Monserrat. Alberto su columna, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella. Y donde se rindió homenaje, exponiendo algunos de sus trabajos, al escultor Francisco Pérez Mateo que, había muerto unos meses antes en combate. También participó Alexander Calder, el escultor estadounidense amigo de Miró y más tarde de Sert, con su fuente de mercurio.
Al término de la guerra Josep Lluís Sert pasó a Francia y desde allí a Estados Unidos. Los primeros años se dedicó a dar conferencias en diferentes universidades, después encontró trabajo como catedrático en la Universidad de Yale. Mientras tanto estuvo trabajando en una serie proyectos en distintos países de Latinoamérica.
Unos años más tarde, en 1953, la Universidad de Harvard le nombró decano de la Escuela de Diseño, cargo que ejerció hasta su jubilación en 1969.
En Cambridge, Massachusetts, la Universidad de Harvard le cedió un terreno, donde Sert construyó su casa. Una casa mediterránea, cúbica, de cubiertas planas, articulada alrededor de tres patios. Una casa encerrada en sí misma. Dicen los que le conocieron, que Josep Lluís Sert era una persona muy abierta, que le gustaba rodearse de jóvenes, enseñar, aprender, que se daba a los demás sin dificultad, pero que le gustaba tener su espacio privado, íntimo, por eso protegió su casa de las miradas del exterior, pero fue una casa abierta a amigos y estudiantes.
Cuando se pasea por Cambridge, la casa de Sert, es un punto discordante en la calle Irving. Rodeada de casas de madera con ventanas y puertas al exterior, con jardines sin cerramientos, casas que invitan a mirar lo que pasa dentro. La de Sert aparece rodeada por las tapias de los patios exteriores, pasando desapercibida a la mirada de los curiosos.
Pero además de su casa, en Cambridge y en Harvard, Sert realizó varias obras importantes de las que hoy en día todavía podemos disfrutar.
No lejos de su casa, levantó El Centro de Estudio de las Religiones del Mundo. Las Oficinas de New England Gas and Electric Association. La Escuela Elemental Martin Luther King. El Edificio de Oficinas “44 Brattle St.”. El Holyoke Center. El Science Center y el Peabody Terrace.
En la Universidad de Boston levantó el edificio de la Facultad de Derecho, la biblioteca de esta facultad, el Centro de Estudiantes y la Biblioteca Mugar.
El último edificio que construyó en ese entorno, fue la Residencia de Estudiantes en el Campus del MIT.
En esta zona de Massachusetts, la presencia de este arquitecto catalán es indiscutible, sus ideas de modernidad las podemos ver a simple vista en sus edificios.
En Barcelona también podemos disfrutar de la Fundación Miró diseñada y levantada por el amigo íntimo del pintor, Josep Lluís Sert, entre 1972 y 1975.
Acabada la dictadura y mejorada la situación económica, muchos exiliados y emigrantes volvieron, otros habían muerto o no quisieron regresar. Sert pasó sus últimos años en Cataluña, murió en Barcelona el 15 de marzo de 1983. La obra de Sert hoy en día es conocida mundialmente.

Mireya Martínez-Apezechea

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