martes, 16 de agosto de 2011

VOLVER AL PASADO.


En un vuelo proveniente de Buenos Aires, me desperté sobresaltado con un calambre en la pierna izquierda, tal fue el dolor que tuve que pararme y ponerme a hacer algunas flexiones para que la sangre retome su circuito normal en esa extremidad inferior y desaparezca ese cosquilleo molesto, ocasionado por la posición del asiento delantero que me impedía estirar las piernas.
Todo el pasaje dormía placidamente, el avión estaba en penumbras y yo, elongando, y, en esa postura de estirar las piernas estaba, que no pude evitar escuchar la siguiente conversación (que transcribo lo mejor que recuerdo), entre los dos pasajeros que estaban ubicados en la fila siguiente a la mía;

-Oye, tú que sabes tanto de estas cosas ¿crees que puede construirse una máquina para retroceder en el tiempo y ver el pasado? -Por supuesto que sí –contestó su compañero de asiento-.
-Pero ver el pasado es algo imposible. Todo lo que se conoce son todas historias de ciencia ficción. O sea, una gran mentira.
-Todos podemos ver el pasado en directo y sin ayuda de otro instrumento que nuestros propios ojos.

Cuando escuché esto, el calambre se me pasó y me quedé duro. Seguí haciendo ejercicios para disimular y así poder seguir escuchando.

-Sé que tienes ganas de reírte, pero te lo puedo demostrar fácilmente.
-Te prometo que no me voy a reír. Te escucho.
-Si sabes que la luz viaja en el espacio a la velocidad aproximada de 300.000 kms. en un segundo debes entonces comprender que la luz del Sol, situado a 150 millones de kilómetros de nosotros nos llega a la Tierra con un retraso de algo más de ocho minutos. Por tanto, la luz que tu ves ahora mismo si te asomas por esa ventanilla es la luz del Sol de hace ocho minutos. ¡Ya estás viendo el pasado! ¿no es así? Si el Sol se apagase repentinamente, tardarías ocho minutos en enterarte.

Les puedo asegurar que un escalofrió me sacudió el cuerpo y me senté, tiré el asiento para atrás y agudicé mi oído lo más que pude.

-Por la noche, la mayoría de las estrellas que ves están a decenas, centenares, millares de años luz. Es decir el espléndido escenario del cielo estrellado es en realidad la pantalla de una “máquina del tiempo”. Seguramente, muchas de las galaxias que vemos brillar ya hallan dejado de existir pues su luz presente ya se ha extinguido. Sin embargo su luz del pasado nos sigue llegando. Cuando vemos que estalla una estrella situada a 400 años luz, no lo hace en el momento presente sino que lo hizo en el año 1605 de nuestra era. Incluso la luz de la Luna no nos llega en el momento presente, sino con un segundo de diferencia. Si quisiéramos ver lo que sucedió hace algo más de una hora en la Tierra solo tendríamos que situar un potentísimo telescopio en Plutón y enfocar hacía nuestro planeta, lo que observemos será lo que sucedió con algo más de una hora de retraso. Estamos viendo constantemente el pasado, incluso nuestra mente vive en el pasado y en muy pocas ocasiones se asienta en el presente…

A esta altura de la conversación, el comandante anunció que atravesaríamos una zona de turbulencias y que debíamos abrocharnos los cinturones. Abroché el mío y puse mi asiento en posición vertical, volví a estirar mi oído, pero, creo que el que prometió no reírse se quedó dormido escuchando al otro, y el otro no habló más y se puso a leer.

Respire hondo y me dije; “Bueno… resulta que ahora puedo ver el pasado… Y lo más terrible es que es verdad… En fin, lo que hay que escuchar… y me quedé dormido…”

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