lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre la guerra de las salamandras.

Hace poco he leído un libro que me ha impresionado mucho y que me ha hecho reflexionar sobre la evolución del mundo. Los avances y los retrocesos que se van produciendo a lo largo de la historia.
El poder, la avaricia, la ambición sin límites deshumanizan la sociedad y una sociedad que da la espalda al humanismo y que solo mira a los mercados, como esta ocurriendo en la nuestra, es caldo de cultivo para los totalitarismos.

En La Guerra de las Salamandras, publicado en 1936, Karel Capek (1890-1938) hace una crítica a las sociedades totalitarias de aquel momento. Para escribir esta sátira mira directamente al nazismo que desde 1933 se desarrollaba tranquilamente, en la Alemania de entreguerras.
El argumento roza la ciencia ficción. Un capitán checo de la marina mercante, van Toch, que trabaja para una compañía holandesa buscando perlas. Descubre en la costa de Sumatra, un tipo de salamandras que pueden aprender de los seres humanos.
Las salamandras han aprendido a hablar, pueden seguir una conversación y pueden trabajar haciendo cualquier cosa.
Estos animales, se encuentran en una bahía escondida que, sólo conoce el capitán van Toch. Después de varios intentos, logra vender la ubicación de las salamandras, a un antiguo amigo de la infancia que ahora es millonario. Este le ayuda para que pueda poner en marcha el negocio de buscar perlas con los lagartos.
Pero una noticia así es difícil de ocultar y poco a poco se van enterando más y más personas. Todo el mundo quiere sacar provecho. Mano de obra esclava, barata, que puede aprender rápido a hacer cualquier cosa es el sueño de cualquiera que tenga capital y quiera sacar una gran plusvalía. Y así, sin ningún problema, las salamandras comienzan a expandirse por todo el mundo. Se reproducen rápido y van necesitando más y más territorio.
Pero comienzan los problemas para los humanos. Las salamandras necesitan costas para vivir porque viven en el mar y utilizan la costa para pasar parte del día. Para conseguir más línea de costa, necesitan ir destruyendo el territorio ocupado por los humanos. Estos comienzan a huir a las montañas, pero estas se van convirtiendo en islas. Cada vez hay menos espacio para los humanos y más para las salamandras.
La única solución que les queda a los hombres, es que las salamandras se maten entre ellas y así los hombres sobrevivientes podrán volver a poblar la tierra que quede y otra vez comenzar de nuevo.
El final del libro queda abierto. Los lectores no sabemos, si los hombres consiguen generar una guerra entre las salamandras o si las salamandras consiguen acabar con los hombres.

Los humanos somos tan estúpidos que repetimos una y otra vez los mismos errores. En vez de crear un mundo donde todos tengamos cabida. Generamos mundos donde unos cuantos controlan todo y resto se queda al margen.

Hablando de la estupidez humana, hay un libro del historiador italiano Carlo Cipolla (1922-2000), Allegro ma non troppo, en el que divide a la sociedad en cuatro grupos: estúpidos, malvados, incautos e inteligentes.
Los estúpidos son aquellas personas que no sacan ningún provecho de sus actos y que con su forma de actuar, hacen daño a los demás. Los malvados serían aquellos que haciendo daño a resto de las personas, obtienen beneficios.
Los incautos beneficiarían a los demás y se harían daño a ellos mismos.
Y por último, los inteligentes son aquellas personas que, con sus actos benefician a los demás y también a ellos mismos.

Yo creo que la mayoría de los humanos somos estúpidos, malvados, incautos e inteligentes a lo largo de nuestra vida, dependiendo de las situaciones. Pero hay algunos seres que rozan la estupidez y maldad constantemente… por desgracia, muchas veces, son los que más poder tienen.

La guerra de las salamandras, está publicado en books4pocket y la edición que yo he leído es la de 2008.
El libro de Cipolla está publicado por la editorial Mondadori en 1996.

Mireya Martínez-Apezechea

lunes, 24 de mayo de 2010

CUESTA ARRIBA



Cuesta arriba

Una fría neblina llegaba desde la bahía atravesando los bosques. En poco tiempo alcanzaría el mar abierto y entonces ya no podría distinguirse el agua de la tierra.
Habían subido muchos escalones para llegar allí, doscientos, trescientos, incluso más, nunca los había contado a pesar de haber recorrido el camino muchas veces. Ahora lo andaba todas las tardes para estar con su marido.
Desde arriba la vista era espléndida. Nadie podía negar que los muertos tenían, en aquel pueblo, un lugar privilegiado. El sitio que ocuparan en la otra vida, si es que la había, estaba fuera de su alcance, pero a su hijo siempre le decía que el padre estaba en el cielo y todos los días le arrastraba escaleras arriba, sin importarle sus protestas, para que no se olvidara de él.
En el pueblo muchos pensaban que acabaría por pulir el granito a base de frotar con el cepillo de raíces y por conseguir que su hijo la odiara.
—No las molestes Javier, no las molestes.
Pero el niño insistió en hurgar con el palo, el ceño fruncido y como si fuera sordo.
—¡Baja de ahí… te vas a caer!
—Vamonos ya… pipi caballo.
—¿Qué…? —preguntó encogiendo los hombros y arrugando media nariz.
—Tono me ha dicho que en vez de me aburro diga pipi caballo.
La madre movió la cabeza con lentitud sonriendo y sudando, mientras que se desvivía en retirar flores frescas para colocar otras flores frescas en su lugar y en arrancar yerbas de grietas invisibles, aferradas a la vida sobre cualquier grano de tierra, para que nada le robara el más mínimo espacio a su marido. Él también debió agarrarse con fuerza a la más pequeña cosa que flotara a su alrededor, luchando contra una mano que se empeñaba en arrastrarle a la profundidad. ¿Cuánto tiempo gritaron llamándose unos a otros? ¿Qué te pasaba por la cabeza en aquella soledad? Si cuando llegaba la noche continuabas vivo ¿qué sentías en aquella negrura? ¿Cuánto tiempo había durado la agonía? Estas preguntas le cruzaban el cuerpo y la única manera de distraerlas era frotar con más fuerza, con tanta y tan rápido que la hacía jadear.
—Javier, por favor…, acabarán picándonos…Un día el tío Paco estaba haciendo lo mismo que tú…no te digo más que no daban abasto a quitarle aguijones... ¡Bien malo qué estuvo! contaba tú bisabuela… ¡Pero fíjate!… iban seis personas y solo le picaron a él.
—Quiero irme de aquí ―dijo enfurruñado.
—¿Sabes qué Inma estuvo en Holanda? —intentaba distraerle, que aguantara un poco más —ha traído unas flores preciosas… tulipanes… Hizo un redondel en el prado, delante de la casa, y los plantó. Ahora están naciendo las flores con unos colores preciosos rojo, morado, rosa… Algún día le pediremos alguna para traérsela a papá… ¿Qué te parece si después vamos a verlas? Javier deseo ir en ese mismo momento. A su alrededor había flores, pero las de Inma estaban vivas y también lo estaban sus hijos y los perros y las vacas y los gatos y las gallinas. Dio una tregua a las abejas y con voz tajante que no admitía demora, que exigía estar rodeado de futuro, se encaró con su madre diciendo:
—Muy bien, entonces llevame a verlas.


Paloma ©

lunes, 17 de mayo de 2010

VIVENCIAS PARA COMPARTIR.

VIVENCIAS PARA COMPARTIR

El impacto, muy distinto, de dos visitas, que PROYECTO GRULLAS comparte con sus amigos.

BOLSA DE MADRID.

El próximo otoño, se cumplirán los 179 años de la primera Bolsa que funcionó en España. Su actual sede, ha tenido varias a lo largo de su historia, es un palacete neoclásico situado la zona más noble de la capital, entre las plazas de Neptuno y Cibeles, cerca de los museos de El Prado y Thyssen y data de 1893. Es propiedad de BMEX una sociedad que agrupa a las Bolsas de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia, y cuyos miembros son las Agencias y Sociedades de Valores y Entidades de Crédito, que sustituyeron por Ley desde 1988 a los centenarios Agentes de Cambio y Bolsa.
Sus Índices son el GBM, NM, IBEX 35 con las principales empresas nacionales, y LATINEX que acoge la actividad económica de la América Hispana.
En 2001 fue líder europeo en financiación, segunda en el mundo solo detrás de la de Nueva York.
El nacimiento de la Bolsa se sitúa en Brujas y parece ser que su nombre es la derivación de un vocablo flamenco.
En España en el S. XIV existían ya Lonjas de Contratación. Lugares de encuentro para Éstas a su vez tienen como antecedente los JUROS REALES, considerados como títulos valores. Se trataba de emisiones en papel del Estado que garantizaba la deuda o préstamo solicitado por los Reyes y con los que financiaban las campañas militares.
En 1808 José Bonaparte decide crear en España la primera Bolsa, tal como funcionaba en Europa, y asentarla en la Puerta del Sol en el convento de San Felipe el Real, pero nunca llegó a funcionar. Es bajo el reinado de Fernando VII cuando comienza el mercado bursátil con la publicación de la Ley de Creación de la Bolsa. El país estaba cargado de deuda y se optó por crear un entorno en el que negociarla; la primera sesión tuvo lugar el 20 de octubre de 1831 en el Tribunal de Comercio sito en la Plaza del Angel. Cotizaron Bancos, Ferrocarriles y Siderurgias.
Durante toda la Guerra Civil la Bolsa estuvo cerrada reanudando su labor en 1940. Poco a poco fue estabilizándose, hasta experimentar una considerable subida en los años 70 debido al auge del turismo y al nuevo impulso económico.
En sus operaciones han tenido eco las crisis del petróleo, muerte de Franco, guerras del Golfo e Irak, terrorismo nacional e islamista, y demás situaciones que afectaban al mundo occidental. Por no hablar de la actual crisis que la ha llevado a sus mínimos históricos.
En 1974 empieza a funcionar un nuevo sistema de liquidación por anotación en cuenta, que será base del actual, aunque su gran transformación se produjo con la Ley de Mercados y Valores (1988) y el nacimiento de sociedades y agencias, a través de las cuales se participa mayoritariamente en Bolsa.
Desde 2001 solo se negocia en Euros.
El Parqué, que es el salón donde antaño tenían lugar las transacciones, es casi una curiosidad turística. Entonces existían en sus cuatro esquinas, es cuadrangular, un espacio redondo- “corrillo”- protegido por una barandilla de madera, entorno al cual se apiñaba el público interesado en intervenir en la subasta. En su interior estaba el funcionario que representaba a las empresas que salían al mercado agrupadas según su actividad, y cuya venta y compra de acciones solo se podía realizar en un tiempo determinado. Sonaba una campana y se pasaba a otra materia: de textiles a siderurgias, luego a ferrocarriles, bancos, ctc. Todas las ofertas y demandas eran anotadas por varias personas y una vez comprobada su exactitud se apuntaban en grandes pizarras para información general
Hoy día los “corrillos “ han desaparecido físicamente, la campana sigue sonando de forma simbólica, y al Parqué solo acuden algunos “espontáneos”, que de forma particular operan en mínimas cantidades.
Lo cierto es que la negociación electrónica supuso una revolución y la práctica totalidad de la negociación se hace directamente a la nueva sede de BMEX situada en Las Rozas.
Las pizarras donde se escribía a mano el volumen de negocio, han sido sustituidas por enormes paneles con gráficos y colores, rojo para las empresas que bajan, verde a las ganadores, naranja igual a estabilidad, y la información en tiempo real de las más importantes Bolsas del mundo.
Entender el funcionamiento de la Bolsa no es fácil, pero conocerlo aunque solo sea someramente y visitar su sede oficial ha sido una experiencia muy interesante.


CAMILLE CLAUDEL (1864- 1943) Escultora
Emocionante. La vida y la obra de Camille Claudel están tan relacionadas, se confunden de tal manera, que viendo sus esculturas compartimos con ella su amor, desamor, alegría y sufrimiento. Y eso que cuando esculpía ni siquiera podía imaginar lo triste que sería su destino: treinta años encerrada en un manicomio, abandonada incluso por su madre y lo peor: no tener el consuelo de poder expresarse como sola ella sabía, a través de sus creaciones.
Niña prodigio, sus primeras esculturas tiene ya las características que marcaría su estilo. Para avanzar y aprender, llega a París y la casualidad hace que su profesor sea Rodin, el gran Rodin, artista maduro y muy valorado. Ya era célebre por El Pensador. Ella cuenta 18 años. Es bella, romántica, pero toda la fuerza que infunde a sus obras le falta a un carácter inestable, en formación. Se enamora locamente de su maestro, o confunde la admiración con el amor ¡quién sabe!. Él se deja querer y está muy atento al trabajo de la alumna, en la que percibe la gracia de los elegidos. Estudios, bocetos de ella, serán la base de creaciones de Rodin, como en El Beso, quien acapara toda la gloria. La observa y él también aprende de su lenguaje. Halagado tal vez la convierte en su amante oculta, vive con otra mujer y tiene un hijo, ella acepta las migajas.
Cada una de las obras de Camille responde a un fase emocional. Sakountala describe recurriendo a la mitología hindú el reencuentro de dos amantes, que evolucionan hasta protagonizar El Abandono. La Edad Madura, lucha por un hombre de la vejez y la esperanza de la juventud que implora no ser abandonada, es una composición sin precedentes. Una ola que relaciona narrativamente los símbolos de las edades del hombre y el retrato intelectual de tres pasiones abstractas que estructuran la forma completa de cada personaje. Su visión a menudo ahoga el sollozo del espectador.
Camille, hermana del célebre poeta Claudel, que parece ser solo la valoró a su muerte, vivió en un auténtico infierno pasional que su mente no soporto. Trasgresora para la sociedad, su familia ante síntomas de lo que hoy se describiría como una depresión, la encerró de por vida y nunca fue a visitarla. Escribió desde su cósmica soledad infinidad de cartas sin respuesta. Pedía ayuda inútilmente. Rodin ya no la necesitaba, su madre se avergonzaba de ella, Paul el hermano diplomático viajaba continuamente... ¿a quién importaba Camille?.
Al ver su obra se puede comprobar hasta qué punto la energía, la originalidad y la furia que siente las traspasaba a sus esculturas. Producción en distintos materiales y tamaños, corta, por no haber tenido la oportunidad de prolongarse. Al contemplarla hemos aprendido a querer y admirar a Camille. Nuestra desgraciada y genial Camille.

Alicia

lunes, 10 de mayo de 2010

LUIS II DE BAVIERA. (El rey ¿loco?)


Luis II de Baviera es uno de los personajes que más me han fascinado en los últimos tiempos. En mi opinión poco más se puede decir de él después de la magnífica película Ludwig, de Visconti. Todo lo que se podría contar sobre él lo ha contado ya tan bien Visconti, con tanta delicadeza visual, como la vida misma del monarca (hay que tener en cuenta que es Visconti: 3 horas y 40 minutos de peli de bellísimas imágenes), que se me difícil escribir un pequeño resumen, pero vamos a intentarlo.
El 25 de agosto de 1845, se les comunicó a los habitantes de la capital del país, Munich, que el príncipe heredero Maximiliano y su esposa María, princesa de Prusia, habían tenido un niño. El joven príncipe al que le esperaba el trono de Baviera, fue bautizado con el nombre Ludwig Otto Frederik Wilhelm. A la muerte de su padre, Maximiliano II, y cuando sólo tenía 18 años y medio, Ludwig fue coronado rey de Baviera en 1864. Pero Ludwig quería vivir su propia vida, su vida de libertad en mundos de fantasía. Por eso comenzó a construir unos castillos y palacios magníficos, al más puro estilo neoromántico y allí se retiraba a vivir lejos de los problemas de la corte y del reino.


El joven príncipe heredero, idealista y entusiasta del romanticismo, amaba las poesías de Schiller (poeta y dramaturgo alemán) e influenciado por ello se fue apartando del mundo real para refugiarse en su propio paraíso espiritual. Mientras en Munich le criticaban por sus gastos fatuos y su no gobernar.
Ludwig fue el gran mecenas de Wagner, lo conoció el 2 de febrero de 1861 en la representación de la Opera “Lohengrin”. En esta composición, el rey Luis encontró la interpretación de todos sus sueños. Dado el mal carácter de Wagner dicen los que saben que se portó bastante mal con el joven rey a pesar de todo lo que éste hizo por él. Pero parece que al rey estas cosas no le importaban, tal es así que en el castillo de Neuschwanstein hizo pintar en el salón de los cantores, en el 4to. piso, la Saga de Parsifal, en los vestíbulos del 3ero y 4to. piso, la Saga de Gudrun y Sigurdo de la nórdica Edda.
En las habitaciones de los aposentos del rey, en el 3er. piso se hicieron las pinturas sobre las Sagas de Tannhäuser, de Lohengrin y de Tristan e Isolda. Ludwig era el primo de Sissi emperatriz, y con ella compartía ese deseo por huir, por salir de la realidad, por andar en trineo por las noches, así como el hastío hacia la corte y demás responsabilidades que conlleva reinar.
El 27 de enero de 1867 se celebró el compromiso entre Luis II y su prima la princesa Sofía Carlotta de Baviera, hermana de Sissi, la emperatriz de Austria. La boda se fijo para el 12 de octubre del mismo año, pero el 10 de octubre , dos días antes del casamiento y con todo listo para la gran fiesta, el joven rey rompió el compromiso y nunca mas pensó en casarse.

De los castillos que mando construir, solo uno pudo ver terminado; el de Linderhof, los otros dos; el de Neuschwanstein, y el de Herrenchiemsee, no, por más que vivió algún tiempo en ellos, no se terminaron hasta mucho tiempo después de su muerte.
Y pensar que el rey había dejado expresas indicaciones de que nadie ajeno a su círculo íntimo, o sea, ningún extraño, podía pisar ninguno de sus castillos. Y hoy, los castillos Bávaros, son una fuente inagotable de divisas, dado los millones de turistas que los visitan anualmente.

Trailer de la película Ludwig, de Luchino Visconti (año 1972) protagonizada por Helmut Berger, Romy Schneider y Trevor Howard.




Luis II fue declarado esquizofrénico, loco, y depuesto de su trono.
Yo quiero creer que más bien lo que estaba es loco de fantasía, que no quería vivir en este mundo tan difícil, eligió las noches a los días, las ficciones del teatro y la ópera, a los avatares de la vida misma, las sagas de los héroes a la cotidianidad de tener que gobernar. Tres días después de ser recluido en el castillo de Berg, el 13 de junio de 1886, el rey murió ahogado en el lago Starnberg, frente al castillo que había sido su prisión. Al parecer, por la tarde, Luis II pidió pasear con su psiquiatra Gudden (quien le había diagnosticado una demencia incluso antes de examinarlo). Como pasó el tiempo y no regresaban, decidieron ir en su búsqueda y al final los encontraron ahogados dentro del lago Starnberg. Como el monarca era un gran nadador, la muerte resultó muy extraña. Aunque la versión oficial fue la del suicidio, resulta difícil explicar la muerte de su médico. Se ha afirmado que pudo acabar con la vida de éste y después con la suya.
Otra hipótesis sobre su muerte, sería la de su posible asesinato: Luis resultaba un extraño e incómodo gobernante que cuando intervenía en las cuestiones políticas lo hacía para ir en contra de la política oficial, (no le gustaba la guerra) o para criticar a la casa imperial. De modo que pudo ser eliminado por los poderes de Baviera o de Alemania.
Aunque Luis II se llevó a la tumba la solución de este enigma, no resulta descabellada esta última tesis del asesinato porque este rey inconformista, de gran sensibilidad artística y homosexual fue, sin duda, un monarca excéntrico que vivió fuera de su tiempo.
El trono lo heredó su hermano Otto, quién sí que era un débil mental (según la expresión, la de la época), por lo que regenteó su tío, y luego reinó su primo.
Baviera estaba abocada a unirse a la gran Alemania y después de la primera guerra mundial desapareció el reino de Baviera, pero la leyenda de Luis II (el rey ¿loco?) y sus castillos continúa intacta.







Castillos, de arriba hacia abajo:
Neuschwanstain, desde la habitación de Luis II.
Hohenschwangau. (Este Castillo de su padre, está a 1000 metros de Neuschwanstein, desde aquí Luis II veia como se construia su castillo de leyenda)
Patio central de Neuschwanstain.
Linderhof (Fachada que mira a los Alpes)
Herrenchiemsee. (Réplica del palacio de Versalles, en la isla del lago Chiemsee, cerca de Salzburgo, Austria)

Omar Magrini

lunes, 3 de mayo de 2010

LA HISTORIA DE CLARA. Relato.

Seno Última Esperanza, Chile

Canal O'Brien, Chile

Ferry Bahía Azul, Navarino, Chile

Canal de Beagle, Navarino, Chile

Cerro Bandera, Navarino, Chile


La historia de Clara

El 22 de marzo de 2000 me encontraba en Santiago de Compostela tomando un café en la barra de un bar.
Hojeando un periódico local encontré una noticia que me llamó la atención: “Última víctima de la dictadura chilena”.
Por aquellos días Pinochet estaba en boca de mucha gente y de todos los medios de comunicación, ya que después de dieciséis meses detenido en Londres, había sido puesto en libertad por los británicos el 11 de marzo de 2000. Así que pensé que se trataba de algo relacionado con el dictador.
La noticia la firmaba Fran Nogueira y contaba de forma escueta, casi como una nota recordatoria, la historia de la hija de unos desaparecidos durante la dictadura militar chilena. Esta joven, que llevaba un tiempo viviendo en España, había decidido acabar con su vida en la Costa da morte arrojándose al mar. Su cadáver había aparecido dos días después en una playa de la zona.

Conocí a Fran y a Clara en Punta Arenas en noviembre de 1997 durante el Homenaje que se hizo a Antonio Soto en aquella ciudad. Fran había terminado periodismo y llevaba unos meses viajando por Argentina y Chile, buscando vestigios de Antonio Soto. Quería escribir sobre aquel anarquista gallego que a principios del siglo XX había vivido en la Patagonia.
Clara y Fran se alojaban en una habitación de un residencial llevado por Nena, la hija de unos anarquistas asturianos que abandonaron España en 1939.
Eran una pareja rara, él vitalista y hablador, ella callada y más bien ausente. Me contaron que se habían conocido allí, en el mismo Punta Arenas hacía algo más de un mes. Querían caminar en Torres del Paine. Así que se iban a quedar hasta mediados de diciembre, esperando que la temperatura subiera y el verano se adentrase un poco más. Mientras tanto Fran estaba recopilando información sobre Soto. Había entrevistado a la hija del anarquista gallego que vivía y trabajaba como enfermera en la ciudad. Consiguió un permiso, para trabajar con la documentación en el Instituto de la Patagonia, y también había entrado en contacto con los sindicatos de la ciudad, para poder acceder a la hemeroteca y archivo que tenían. Clara le ayudaba con la información, pero siempre en un segundo plano. No hablaba de Soto, ni del trabajo que realizaba Fran. Se notaba que el tema no le emocionaba, no le interesaba lo más mínimo.
Durante la semana que pasé allí, nos vimos en varias ocasiones.
Una tarde fui con ellos al cementerio de la ciudad, Fran me llevó a la tumba del anarquista, donde se podía leer:

Antonio Soto Canalejo
El Ferrol 1897 – Punta Arenas 1963

Allí estaba enterrado el tramoyista, el peón, el agitador social, el minero, el camionero... Fran nos comentaba todos los trabajos de Soto. Entonces Clara añadió con un poco de ironía:
-También propietario de restaurante.
-Sí, dijo Fran: Soto al final de su vida consiguió tener un pequeño restaurante que explotaba y trabajaba él mismo y que le permitió vivir con un poco de desahogo.
Clara sonrió y añadió:
-Un anarquista propietario no es muy ortodoxo ¿no?
Fran no contestó.
Dejé Punta Arenas una mañana de viento y frío y no supe nada más de ellos.

La noticia me impactó, no podía creer lo que leía. Conseguí ponerme en contacto con el periódico y con Fran. Esa noche quedamos en un pequeño bar del centro de Santiago. Fran estaba triste y tranquilo, como si acabara de salir de una pesadilla y por fin pudiese relajarse.
Habían vivido dos años y medio juntos, al principio todo fue bien, pero poco a poco Clara fue cayendo en una tristeza cada vez más profunda. Fran no sabía nada de su pasado, ella no quería hablar de ese tema. Pero cuando la depresión fue total, él la obligó a ir a un psicólogo y poco a poco el pasado fue saliendo a la luz.

Clara se encontraba perdida y dividida entre el odio a sus padres adoptivos y su rechazo a sus padres biológicos. La imagen de su abuela, se le presentaba constantemente como una pesadilla. Aquella mujer mayor, amargada por la tragedia que había vivido, buscaba en Clara a su hijo desaparecido. No quería verla pero tuvo que estar con ella en varias ocasiones y al final pudo comprender su dolor, pero no quería tener nada que ver con aquella mujer que le exigía amor simplemente por ser su abuela. Tampoco le gustó tener que conocer a su abuela materna. Ésta le entregó el diario de María, su madre.
María desapareció con veintidós años, tres meses después del nacimiento de su hija. Raúl tenía veinticuatro, la edad que tenía Clara cuando leyó por primera vez el diario de la que fue su madre durante tres meses. María y Raúl desaparecieron el 18 de marzo de 1973 y nunca más se volvió a saber nada de ellos. Su hija desapareció también, pero fue entregada a la familia Sabala sin consentimiento de nadie.
Julián Sabala era capitán de navío, llevaba diez años casado con Rosa Ruiz, pero no habían podido tener hijos.
Clara fue un regalo para ellos, la criaron con todo amor, sin preocuparles como había aparecido en sus vidas. La llevaron a colegios de élite y después a una Universidad privada donde estudió Económicas. Nada más terminar la carrera, le había salido un trabajo en la empresa de un amigo de la familia. Fue entonces cuando aparecieron sus abuelas. El mundo se le vino abajo, no entendía cómo le había pasado eso a ella. Ella, que había sido educada para odiar a todos aquellos que habían apoyado a Allende. No podía creer que fuese hija de unos desaparecidos, de unos “comunistas” se repetía una y otra vez de forma atormentada. Dejó de trabajar, de ver a sus amigos, no quería salir de casa, no quería ver ni hablar con los que habían sido sus padres hasta ahora. Estaba confusa, tenía miedo, se sentía acorralada. Era la comidilla de todo su círculo, algunos le dejaron de hablar, otros se compadecían de ella.
Decidió marcharse, le hubiera gustado salir del país, pero se fue al sur, huyendo de Santiago, de la gente que le rodeaba hasta ahora.
Pero no sabía que no podía irse sin ella misma. Ella viajaba con ella y esa fue su perdición. Se llevó el diario de su madre y con recelo, asco, odio, rabia, comenzó a leerlo y comenzó a entender a aquella joven que había sido su madre. Y en medio de esa crisis conoció a Fran.
Fran lleno de proyectos, de ilusiones, de ganas de vivir. Fran le hablaba del anarquismo de principios de siglo, de las luchas que se habían desarrollado en la Patagonia. Del exterminio de los indígenas durante la conquista de estas tierras en el siglo XIX y XX. Fran, realmente, le hablaba de cosas que nunca le habían interesado que nunca se había parado a pensar.
Por primera vez, se paraba a oír puntos de vista distintos. Era como un desafío a todo el mundo que le había inculcado la familia Sabala.
Dejar Chile le produjo tranquilidad. Vivir en Santiago de Compostela, una ciudad tan diferente a su Santiago natal le gustó. La gente cerrada, callada, con un acento dulce al hablar, pero que no pedían permiso ni daban las gracias casi nunca, le resultaba curioso y a la vez le permitía poner más distancia con lo vivido anteriormente... Pero el pasado tenía demasiado lastre. Era difícil ir soltándolo, muchas veces se interponía entre los dos.
Se suicidó el mismo día que habían desaparecido sus padres, pero su cuerpo apareció dos días después, en la Costa da morte, lejos de su Chile natal. Ella no sería una desaparecida, su cadáver existía. Tenía veintisiete años, había vivido algún año más que sus padres.

Dejé a Fran triste pero tranquilo quería regresar a Chile con las cenizas de Clara y arrojarlas en el Océano Pacífico. Luego publicaría el libro que ya había terminado sobre Antonio Soto.

Mireya Martínez-Apezechea

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