sábado, 28 de enero de 2012

CONSTANT PERMEKE







Amanece lloviendo y con frío, parece invierno aunque estamos a mediados de julio en el hemisferio norte. Las playas belgas están llenas de veraneantes que, pasean descalzos por la arena. Los niños juegan en la orilla del agua cubiertos con chubasqueros de colores brillantes, la suave lluvia estival no les molesta. Es verano en el norte de Europa.
Hemos dormido en Knokke Heist, en una casa frente al mar, cerca de Holanda. En otro tiempo, los barcos salían y entraban a Brujas por este brazo de agua.
Una carretera costera nos lleva hacia Ostende.
Barcos, playas, casas, mar van apareciendo y desapareciendo por las ventanillas del coche.
Llegamos a Ostende la ciudad de James Ensor (1860-1949) aquí vivió, pintó y pasó toda su vida, aquí frente al mar del Norte pintó sus cuadros entre expresionistas y surrealistas, sus máscaras, su entrada de Cristo en Bruselas.
Trece kilómetros al sur, hacia el interior, se encuentra Jabbeke, una pequeña ciudad donde vivió el también pintor Constant Permeke.
Permeke había nacido en Amberes en 1886 pero estudió pintura en las academias de Brujas y Gantes. La familia Permeke vivió en Ostende donde su padre, también pintor, fundó y dirigió el Museo Comunal de la ciudad. Constant Permeke conoció a Ensor y su pintura expresionista y esto fue importante para su obra.
En 1912 se casa con Maria Delaere "Marietje”.
Dos años después, estalla la Primera Guerra Mundial. Permeke participa en la guerra, pero pronto es herido y pasa una larga temporada convaleciente en Inglaterra. Allí comienza a pintar con un estilo propio. A su vuelta a Bélgica en 1918, siguió desarrollando su particular estilo expresionista. Pintando campesinos y trabajadores flamencos, algunos paisajes y cuerpos femeninos desnudos.
Figuras de aspecto geométrico que llenan el cuadro por completo. Imágenes que llegan al alma del espectador.
Después de la guerra, se traslada a Jabbeke y en 1924 termina de construir la que será su casa-taller “De Wier Winden” (los cuatro vientos), donde vivirá hasta su muerte en 1952.
El propio artista trabaja junto a los albañiles levantando las paredes de su casa, existen una serie de fotografías que dan fe de ello.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán invade Bélgica. La obra de Permeke no gusta a los nazis. Mientras duró la invasión, sólo dibuja, no realiza ningún cuadro.
Hoy en día, “De Wier Winden”, es un museo que se puede visitar. La casa está rodeada por un jardín donde hay esculturas realizadas por el propio Permeke.
Todo es verde bajo la fina lluvia del verano septentrional. La casa de líneas rectas, racionalista se levanta en el centro del jardín. Paseamos por el jardín y poco a poco nos vamos acercando a la casa. Allí se pueden ver pinturas, bocetos, dibujos, fotografías, objetos personales del artista. En el segundo piso se encuentra lo que fue el taller, una habitación amplia y con grandes ventanales.
En un amplio anexo cercano a la casa se encuentran las obras de mayor formato.
Dejamos la casa de Permeke y con la cabeza llena de imágenes nos vamos hacia el sur, en busca de un verano más cálido.

Mireya Martínez-Apezechea

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