lunes, 26 de julio de 2010

CELOS.

Llevábamos dos años juntos, dos años que para mí habían sido muy buenos y que yo creía que también para él, pero ahora sé que no había sido así.
Cuando se está lejos de casa, entre gente que no conoces y rodeado de una cultura que realmente no llegas a comprender muy bien, encontrarte con alguien que te escucha, que se preocupa por ti, que te sonríe cuando lo estás pasando mal, es un regalo que no te puedes permitir el lujo de rechazar.
Realmente, hasta que conocí a Roberto, no fui consciente de mi tendencia sexual. Había tenido relaciones sexuales con algunas compañeras de la universidad, pero nunca me había llegado a sentir plenamente satisfecho, de hecho, mis pocas historias sexuales terminaban en amistad porque, no podían evolucionar a nada más. Aunque estudié medicina, nunca pensé que podía ser homosexual, todavía me cuesta reconocerlo y cuando lo veo escrito, me parece una cosa extraña, algo que está fuera de mí.
Yo nací en una familia numerosa, católica, jerarquizada, donde solamente contaba la opinión de mi padre, médico militar, como yo. En mi casa las cosas eran blancas o negras, no existía el término medio, no había tiempo para conversar, opinar, reflexionar sobre algo, tenías que hacerlo porqué sí y ahí se acababa todo.
Yo estudié medicina, porque mi padre dijo que su único hijo varón tenía que seguir su camino, luego ingresé en el ejército, para cumplir la sentencia de mi padre. La medicina me gusta, pero me sentiría mejor ejerciéndola en otro sitio.
Desde hace tres años estoy destinado aquí, en Afganistán y es aquí, donde conocí a Roberto.
Cuando pienso en Roberto siento confusión, miedo, asco. Por un lado sé que le quise, porque me ayudó a encontrarme a mi mismo, a hacerme más fuerte, a poder empezar a romper con todo lo anterior, pero por otro lado siento desprecio y repulsión.
Desde que vi aquellas fotografías en su móvil, no puedo dormir bien, siento una gran repugnancia, un horror que se sobreponen al amor que creo que sentí por él, no puedo ni quiero amarle más.
Había oído que algunos soldados se acostaban con jóvenes locales, aunque no conocía a ninguno o ninguno me lo había contado. También tenía noticias de que en algunas acciones alguien había intentado o violado a alguna mujer. Pero en el móvil de Roberto lo que pude ver fueron los ojos de horror de una niña, paralizada por el miedo, con la ropa destrozada, el velo arrancado de su cabeza y el cuerpo de Roberto sobre ella, con los pantalones bajados y su fusil apoyado en una pared de la casa. Había más imágenes, pero yo sólo veía los ojos de la niña. Sentí un asco profundo, no podía creer lo que veía. Le pregunté por las fotos y me contestó que no tenían importancia, que no me preocupase por idioteces, que lo importante éramos nosotros, me dijo que no tuviese celos y aquello fue la gota que colmó el vaso.
CELOS, ¿me hablas de celos cuando estás violando a una niña? lo que siento es asco, impotencia, ¿cómo he podido amar a un monstruo?...
Aquella fue nuestra última conversación. Después de una semana en la que creía que me estaba muriendo, me presenté ante mis superiores e informé de lo sucedido, Roberto había borrado las fotos, pero se empezó a investigar y el caso se complicó porque no era la primera vez que ocurría, hoy he recibido la cita para presentarme como testigo en el juicio. Todo el cuartel sabe que soy homosexual, mis padres también, porque después de esta experiencia, les escribí una carta. Todavía no me han contestado.
Creo que cuando termine todo esto, volveré a la vida civil y comenzaré a vivir realmente mi vida, no la que pensó mi padre para mi. Empezaré a ser yo mismo.

Mireya Martínez-Apezechea





Las imágenes corresponden a cuadros de Otto Dix sobre la guerra.

lunes, 19 de julio de 2010

DE LA CHINA


De la China

Cuando sonó el teléfono aquella madrugada, Ernesto supo que se trataba de algo urgente. Era impensable que en aquel pueblo de personas tan disciplinadas alguien se saltara una de las normas que él impuso al poco tiempo de llegar: nada de llamadas por la noche a no ser que fuera algo inaplazable.
-Diga.
-Perdone que le moleste pero Candela se ha puesto de parto y creo que la cosa no va bien.
-¿Cuánto hace qué ha empezado?
-Hará unos cinco minutos.
-Cinco minutos… ¿y hay algún progreso?
-Ninguno.
-Voy para allá ahora mismo.
Antes de salir echó una ojeada por la ventana, quería averiguar que iba a encontrarse allí fuera, pues aunque los almendros estaban a punto de tener flor el frío todavía era importante. La niebla, el empedrado mojado, la oscuridad, le convencieron para coger su abrigo más grueso y con el maletín en la mano salió andando, en el difícil equilibrio, despacio pero deprisa. Lo primero porque no quería que sus pasos resonaran a esas horas, lo segundo porque ya quería llegar.
Candela le recibió con un mugido de dolor
-Tranquila -le decía mientras le acariciaba suavemente la curva de los cuernos.
Comenzó a tantear cual era el grado de sufrimiento que tenía el animal. A los wirado en casos de stress muy intenso las plumas se les apelmazaban, se volvían untosas como si destilaran aceite por los cañones. Palpó su redondo cuerpo comprobando con alegría que estaban secas, suaves y en perfecto estado. Después bajo a reconocer las patas. Recordaban a gruesas serpientes con uñas de águila en cada uno de sus tres dedos. Los partos largos, de más de un cuarto de hora, podían provocar que las escamas que las recubrían se desprendieran dando lugar a unas feas úlceras que tardaban mucho en curar, pero también la suerte estaba de su lado en este caso y las dos patas no tenían ninguna alteración.
-Por fuera todo está bien. Ahora hay que ver lo de dentro. Sospecho que el huevo viene atravesado. Damián, por favor, sujétale la cola.
No es que Ernesto tuviera miedo de que le hiciera daño con ella, eso era casi imposible, los wirado eran rumiantes muy apacibles y su cola de pez parecía un gran trozo de gasa, simplemente quería retirarla porque sino le molestaría en la intervención. Se enfundó el guante hasta el hombro y se dispuso a empezar la exploración. Sintió el calor del animal en todo su brazo y con la punta de los dedos alcanzo a tocar la pared del huevo.
-Como yo creía. Según está no podrá expulsarlo. Hay que darle la vuelta lo más rápido posible.
La cáscara era demasiado lisa para poder agarrar de algún lado. Así que, protegida con su mano, introdujo una pequeña sierra para hacer un agujero en aquella coraza, del que poder servirse para colocarlo en buena posición. Con ello corría riesgos, lo sabía, pero era la única posibilidad.
La rapidez que Ernesto deseaba se hizo larga. Agujerear algo tan duro, en un medio viscoso, en una posición incómoda, con una sola mano y enderezarlo no es tarea fácil. Después de dos horas pudo decir:
-Vaya poniendo heno y mantas al lado de la lumbre. No voy a dejar que su madre lo incube, está demasiado cansada. Tendremos que hacerlo nosotros. Prepare un té bien cargado de azúcar y déselo a Candela. Yo me encargo del huevo.
Al amanecer la madre bebía la infusión caliente y el huevo descansaba sobre una cama de hierba seca, tapado con las mantas y los dos hombres encima.
-Espero que esta vez sea un wirado cantor. Ya sabe las ganas que tengo de uno. Desde que traje a la abuela de Candela de la China lo vengo buscando.
-Será un macho, eso si lo puedo asegurar Damián. Al final todo ha salido bien…gracias a Dios.
-No, gracias a usted. Como dice el chiste a Dios ya se le veían las intenciones.
-¿Qué nombre le va a poner?
-Vaya pregunta doctor… se llamará Ernesto.
Cuando salió hacia su casa, Candela ahuecaba las plumas para tumbarse a dormir y el wirado cachorro cantaba sus primeros trinos.

Paloma ©



lunes, 12 de julio de 2010

relato





CAMBIO DE IMAGEN

-Divina, te encuentro divinaaa- y se echó hacia atrás juntando las manos con uñas pintadas de negro, llevándoselas hasta la altura de la boca, que dibujaba un signo de admiración claramente exagerado - ¡Ni la Maura está mejor que tú!.
-No sé, me cuesta trabajo reconocerme es esta nueva imagen.

El peluquero, estilista le gustaba denominarse a sí mismo, llevaba el pelo negro con las puntas iluminadas de rubio platino apuntando en todas las direcciones, como recién levantado de la cama. En cualquier otro ambiente hubiera llamado la atención por la indumentaria estrafalaria y gestos amanerados, pero en su establecimiento, salón de belleza unisex, no desentonaba.

-No puedes dudar ahora bonita. Te ha costado decidirte y ya no hay vuelta atrás. Tienes que cargarte de energía positiva y salir con la cabeza alta, comiéndote el mundo y pisando fuerte. Sonríe tesoro, sonríe.
Acostumbrado a escuchar todo tipo de confidencias, Stefan - su nombre artístico - se había convertido en una especie de gurú, guía espiritual para su clientela, que confiaba en él como en el mejor amigo.
-Vamos cariño admírate, estás guapísima-insistió.

La mujer a la que se dirigían sus palabras de ánimo se levantó lentamente del sillón y se puso de pie ante el espejo, observándose con atención. El cabello rubio con mechas, exactamente en el mismo tono y con idéntico peinado que llevan casi todas las que han rebasado los cincuenta. Un maquillaje discreto, si acaso le sobraba el perfilado de los labios, objetó. Pendientes y collar de perlas y traje pantalón con zapato plano, andaba fatal con tacones. Nada resultaba estridente, y sin embargo, dudaba. La falta de costumbre, claro. Toda una vida bajo una madre autoritaria que le impedía mostrar su auténtica naturaleza, le convirtió en una persona insegura, cobarde, para quien el hecho de ponerse en manos de su vecino el peluquero, le había costado Dios y ayuda.

La puerta se abrió en ese momento dando paso a la aprendiza que traía dos cafés.
-Aquí tienes jefe, he tardado porque el bar estaba lleno. ¡Oh! - se volvió sorprendida - ¡qué fuerte, está impresionante Don Damián!
-Por favor, llámame Damiana -. Y bajó la cabeza ruborizándose.

Suspirando hondo, cogió el bolso y armándose de valor, salió a la calle. A enfrentarse con el mundo. Por fin.


El primer fin de semana de julio, se iniciaron en Madrid las fiestas del Orgullo Gay. Todavía duran, creo.
En la comunidad homo, según las entrevistas publicadas, hay dos tendencias: quienes reivindican estos festejos con desfile de carrozas incluido y cuerpos semidesnudos en ellas para mostrar al mundo que existen, y aquellos que piensan que en España las leyes les reconocen casi todos sus derechos como el matrimonio y otras garantías jurídicas, y que es hora ya de restar importancia a la visibilidad para ganarse el respeto de la sociedad.
Pero esto es una labor individual.
Todos tenemos amigos, hemos conocido a personas y magníficos profesionales, que son muy queridos y admirados sin tener en cuenta su tendencia sexual. Recordamos a ministros y altos cargos que siendo homo, fueron y son aceptados sin problemas.
Sin embargo, la comunidad gay, lésbica, transexual, dicen que todavía hay mucha homofobia entre los españoles, y seguro que también tienen sus razones para la queja. La cultura griega, romana, árabe, nos hablan de una permisividad y tolerancia olvidada durante demasiado tiempo en la cultura occidental, y no sólo, ahí está China, Irán, parte de África, dependiendo de qué régimen político o religioso tenga las riendas del poder. Nosotros no somos la excepción.
Según mi criterio, en la educación está el futuro. Seguro que la siguiente generación ni siquiera se plantea que la orientación sexual pueda ser un problema. Aceptará la realidad tal cual es y esa alta tasa, que dicen existe en la actualidad, de suicidios entre adolescentes por no ser comprendidos o admitidos por su familia y entorno, será mínima.
Confiemos.

Alicia

lunes, 5 de julio de 2010

Barrio de San Telmo, en la misteriosa Buenos Aires...



Buenos Aires; una fría, nublada y gris mañana de domingo de junio, salí a caminar, cámara en mano y terminé recorriendo el barrio de San Telmo, que está comprendido por las calles Chile, Av. Ingeniero Huergo, Brasil, Av. Paseo Colón, Av. Martín García, Defensa, Av. Caseros y Piedras. Este pintoresco barrio limita con los barrios de Monserrat al norte, Puerto Madero al este, Boca al sudeste, Barracas al sudoeste y Constitución al oeste y es la visita obligada de todos los turistas que llegan para conocer, esta misteriosa Buenos Aires, otrora Reina del Plata.
San Telmo (San Pedro González Telmo) es uno de los barrios más antiguos de la Ciudad. En sus orígenes, fue habitado por las familias aristocráticas de Buenos Aires, hasta que la epidemia de la fiebre amarilla de 1871, los obligo a mudarse al norte. Fue entonces que estas familias propietarias de las casonas de San Telmo, comenzaron a alquilarlas a los inmigrantes trabajadores. Junto con el cercano Monserrat fue el barrio más negro de Buenos Aires, llamándose "Barrio Sur", en oposición al "Barrio Norte" de San Nicolás.
San Telmo se caracteriza por sus caserones coloniales y sus calles, muchas de las cuales aún están adoquinadas. El barrio tiene una magia que lo hace único y especial; esto, sumado a las múltiples atracciones que tiene, hace que esté lleno de turistas, siempre.
Hay numerosas iglesias antiguas (como la de San Pedro Telmo), museos, muchas tiendas de antigüedades, galerías comerciales, un mercado tradicional que data del año 1897, una muy variada oferta gastronómica, para todos los bolsillos y todos los paladares, y una feria semipermanente de antigüedades (donde se puede comprar de todo), la Feria de San Telmo en la plaza principal, Plaza Dorrego.
Antiguamente a este lugar se lo denominaba Hueco del Alto o Alto de las carretas, pues era allí donde los carros tirados por bueyes se detenían antes de cruzar el arroyo Tercero del Sur (hoy calle Defensa y Pasaje San Lorenzo) en su trayecto al centro de la ciudad. Posteriormente su nombre cambió por Alto de San Pedro, y luego Plaza del Comercio (1822), entre otros. En 1900, el nombre de la plaza cambió por el actual.
Actualmente constituye uno de los principales paseos turísticos peatonales de Buenos Aires. A su alrededor se encuentran cafés, bares y pubs con sus mesas sobre la plaza; y también casas de antigüedades y artesanías. Abundan los shows de músicos y baile callejero, incluyendo exhibiciones de tango. Los domingos tiene lugar la Feria de San Telmo, durante la cual la plaza y las calles aledañas son ocupadas por puestos de antigüedades y curiosidades que son recorridos por numerosos turistas tanto del país como del extranjero y que contribuyen a darle a esa zona del barrio una fisonomía muy particular.
Los edificios que se encuentran alrededor de la plaza mantienen su aspecto original gracias al apoyo de la Comisión del Museo de la Ciudad.
En 1978 la plaza fue declarada Lugar Histórico debido a que en su sitio el pueblo de Buenos Aires adhirió a la Declaración de independencia de la Argentina.
También se realizan multiples actividades relacionadas con el tango, destinadas tanto a los habitantes del barrio como a los miles turistas que visitan la zona, para los cuales hay montados locales a todo lujo, donde se puede cenar la mejor carne de las pampas y tomar el mejor vino mendocino y mientras se hace la digestión, disfrutar de los cortes y quebradas y de las quejas de un bandoneón con un tangazo de aquellos.
Los sábados por la tarde y los domingos durante todo el día, la calle Defensa se convierte en paseo peatonal donde se disfruta de artistas callejeros, titiriteros, magos y estatuas vivientes.
Como en una atmósfera de cuento con una escenografía acorde, es un lugar mágico que no se puede dejar de visitar, es la historia rioplatense, es la esencia y el alma de Buenos Aires.












Omar Magrini

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