miércoles, 21 de septiembre de 2011

CADA VEZ MÁS DEPRISA



Cada vez más deprisa

Otoño verde, ocre y rojo.
Otoño seco que enriquece nuestra memoria con la importancia del agua o lluvioso que riega las tierras con ella.
Otoño de Vivaldi y del patriarca
Otoño que nace rodeado de uvas para morir mientras saborea nueces.
Septiembre lo espera con hojas en el suelo, con el Sol inclinado sobre las fachadas, con los animales dispuestos a entrar en sus cuevas.
Siempre llega para abotonarnos las chaquetas y calzarnos las botas.
Otoños difíciles y sencillos, tristes y alegres, oscuros y azules, cada vez más deprisa dejan sus huellas en las nuestras.

Paloma ©

jueves, 15 de septiembre de 2011

LA TRAMPA.

Instintivamente cerré los ojos y un grito quedó ahogado en mi garganta, mientras ascendía de forma vertiginosa para caer a plomo con la cabeza hacia abajo. Dios, se me verá la carrera de las medias que me llega hasta la cintura, se me ocurrió de repente, a la vez que sujetaba la falda con las manos y notaba el arañazo de una rama en la mejilla.

Un dolor difuso y el suave balanceo hicieron que tomara conciencia de mi situación. No estaba en una montaña rusa con un trayecto predeterminado, me encontraba colgada de un árbol, ahorcada por los tobillos y toda la sangre acumulada en el cerebro que, a punto de estallar, me impedía levantar los párpados, aunque con la oscuridad reinante de poco podía servirme.
Tranquila, me dije, se darán cuenta y saldrán a buscarme. Cuando oiga que me llaman trataré de gritar. Trataré, porque con pánico, las cuerdas vocales no me responden. Desde pequeña.
El murmullo del monte impregnó mis poros corriendo por el torrente sanguíneo con ritmo desbocado. Grillos y chicharras improvisaban solos como en un concierto de jazz y un pájaro (¿cual?) aplaudía con el pico. La brisa mecía los matorrales bajos sin apagar las pisadas rápidas, carreras más bien, de animalejos que se retiraban a dormir. Tal vez aquel mundo fuera maravilloso, pero era incapaz de disfrutarlo.
Sentía frío y me abracé. Algo que tú no habías hecho cuando más necesitaba tu protección y ternura. Y esa carencia es lo que me impulsó a lanzarme, en un anochecer sin estrellas, por el campo desconocido, yo tan miedosa.
La casa en el monte, verás como te gusta me habías dicho, la naturaleza en estado puro, salvaje como mi amor por ti. Y yo había reído porque las letras de los boleros y los diálogos de novela rosa me gustaban y los parodiabas muy bien. Te miraba entregada mientras vertías sobre las copas el dry martíni a lo James Bond, mezclado no agitado, antes de la cena a la luz de las velas, cuando - ¡papá tu aquí¡ - En la puerta tu hijo y su novia que también venían de escapada.
De pronto toda tu vida familiar, que siempre me había negado a imaginar, tomó cuerpo ante mí. Tu silencio culpable primero y las explicaciones increíbles sobre mi presencia allí me hicieron salir corriendo sin rumbo, llorando, acogida mi soledad por el silencio aparente del campo, hasta que caí en la trampa.
La trampa, que me ha hecho comprender que mi mundo estaba al revés. En tan incómoda postura veo con toda claridad tu egoísmo y deslealtad para con tu mujer y conmigo, mi estupidez por tenerte en un pedestal que no te mereces.., Hasta hoy. Esta noche se ha escrito el punto y final de nuestra relación. Cuando vuelva a poner los píes en la tierra me sentiré doblemente liberada.

¿Por qué alguien vendrá a buscarme, no?

Alicia

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los 100 mejores libros de todos los tiempos (según la revista Newsweek)

Buscando en la web información para escribir una nota sobre las antiguas librerías de la “vieja” Europa, encontré una lista que publicó la revista Newsweek, en el año 2010, con los mejores libros de todos los tiempos. La selección de estos textos se realizó mediante un análisis de varios listados realizados por medios como The Telegraph, Time y The Guardian, que compararon su aporte a la historia, cultural y un informe de Wikipedia de los mayores best sellers de todos los tiempos y su nivel de ventas.

Me llama la atención que El Quijote brille por su ausencia, el único libro en español que figura es Cien años de soledad. En fin, ¿cuántos hemos leído de toda esta lista? Me parece un muy buen ejercicio para hacer observando los títulos de nuestra biblioteca personal.

Aquí la lista de Newsweek:

1) Guerra y paz, León Tolstoi
2) 1984, George Orwells
3) Ulises, Joyce
4) Lolita, Vladimir Nabokov
5) El sonido y la furia, William Faulkner
6) El hombre invisible, Ralph Ellison
7) Al faro, Virginia Woolf
8) La iliada y la Odisea, Homero
9) Orgullo y prejuicio, Jane Austen
10) Divina Comedia, Dante

11) Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer
12) Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift
13) Middlemarch, George Eliot
14) Todo se desmorona, Chinua Achebe
15) El guardián entre el centeno, J. D. Salinger
16) Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell
17) Cien años de soledad, Gabriel García Márquez
18) El gran Gatsby, Scott Fitzgerald
19) Catch 22, Joseph Heller
20) Beloved, Toni Morrison

21) Viñas de Ira, John Steinbeck
22) Hijos de la medianoche, Salman Rushdie
23) Un mundo feliz, Aldous Huxley
24) Mrs. Dalloway, Virginia Woolf
25) Hijo nativo, Richard Wright
26) De la democracia en América, Alexis de Tocqueville
27) El origen de las especies, Charles Darwin
28) Historia, Heródoto
29) El contrato social, Jean-Jacques Rousseau
30) El capital, Kart Marx

31) El príncipe, Maquiavelo
32) Las confesiones de San Agustín
33) Leviathan, Thomas Hobbes
34) Historia de la guerra del Peloponeso, Tucídides
35) El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien
36) Winnie-the-Pooh A. A. Milne
37) Las crónicas de Narnia, C. S. Lewis
38) Pasaje a la India, E. M. Forster
39) En el camino, Jack Kerouac
40) Matar a un ruiseñor, Harper Lee

41) La Biblia
42) La naranja mecánica, Anthony Burgués
43) Luz de agosto, William Faulkner
44) Las almas de la gente negra, W. E. B. Du Bois
45) Ancho mar de los Sargazos, Jean Rhys
46) Madame Bovary, Gustave Flaubert
47) Paraíso perdido, John Milton
48) Anna Karenina, Leon Tolstoi
49) Hamlet, William Shakespeare
50) El rey Lear, William Shakespeare

51) Otello, William Shakespeare
52) Sonetos, William Shakespeare
53) Hojas de hierba, Walt Whitman
54) Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain
55) Kim, Rudyard Kipling
56) Frankenstein, Mary Shelley
57) La canción de Solomon, Toni Morrison
58) Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey
59) Por quien doblan las campanas, Hernest Hemingway
60) Matadero 5, Kurt Vonnegut

61) Rebelión en la granja, George Orwell
62) El señor de las moscas, William Holding
63) A sangre fría, Truman Capote
64) El cuaderno dorado, Doris Lessing
65) En busca del tiempo perdido, Marcel Proust
66) El sueño eterno, Raymond Chandler
67) Mientras agonizo, William Faulkner
68) Fiesta, Ernest Hemingway
69) Yo, Claudio, Robert Graves
70) El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers

71) Hijos y amantes, D. H. Lawrence
72) Todos los hombres del rey, Robert Penn Warren
73) Ve y dilo en la montaña James Baldwin
74) La Telaraña de Charlotte, E. B. White
75) El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad
76) Noche, Elie Wiesel
77) Conejo, corre J. Updike
78) La edad de la inocencia, Edith Wharton
79) El mal de Portnoy, P. Roth
80) Una tragedia americana, Theodore Dreiser

81) El día de la langosta, Nathanael West
82) Trópico de cáncer, Henry Miller
83) El halcón maltés, Dashiell Ahmet
84) La Materia oscura, Philip Pullman
85) La Muerte del Arzobispo, Willa Cather
86) La interpretación de los sueños, S. Freud
87) La educación de Henry Adams, Henry Adams
88) Pensamiento de Mao Zedong, Mao Zedong
89) Psicología de la religión, William James
90) Retorno a Brideshead, Evelyn Waugh

91) Primavera silenciosa, Rachel Carson
92) Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, John Maynard Keynes
93) Lord Jim, Joseph Conrad
94) Adiós a todo eso, Robert Graves
95) La sociedad opulenta, John Kenneth Galbraith
96) El viento en los sauces, Kenneth Grahame
97) La autobiografía de Malcom X, Alex Haley y Malcolm X
98) Los victorianos eminentes, Lytton Strachey
99) El color púrpura, Alice Walter
100) La segunda Guerra Mundial, Winston Churchill.

O.M.

SANATORIO MARINO Y HELIOTERÁPICO DE GÓRLIZ





A principios del siglo XX, en Vizcaya muchos niños enfermaban de tuberculosis. La falta de higiene, el hacinamiento, la mala alimentación, ayudaron a que esta infección contagiosa se extendiera rápidamente por los nuevos barrios obreros.
En los últimos años, la ría del Nervión se había convertido en una zona industrial. Navieras, altos hornos, minas, enriquecían a unos y daban trabajo precario a otros. Los nuevos obreros malvivían en barrios construidos rápidamente, sin ninguna proyección urbanística y sin ninguna normativa sanitaria. Aquellos lugares se convirtieron en focos de muchas enfermedades, entre ellas, la tuberculosis.
Con la industrialización, la aparición de la clase obrera, de los grandes oligarcas, de los partidos políticos. También surgió un grupo de profesionales que con su trabajo diario, intentaron generar un mundo “mejor”, menos malo.

Enrique Areilza (1860-1926) había estudiado medicina. Con veinte años y con su título de médico, volvió a Bilbao. Comenzó a buscar trabajo y consiguió la plaza de director del nuevo Hospital Minero de Triano. En enero de 1881, se inauguró el hospital y Areilza se hospedó en una fonda en la zona minera, cerca del hospital. Allí estuvo viviendo y trabajando durante los veinte años siguientes. Con una mentalidad laica, en un mundo muy religioso, enseguida despertó en él, una inquietud social. Se dio cuenta que, la salud no solamente estaba en el ámbito hospitalario, sino que había que mejorar las condiciones de vida para mantenerse sano.
En doctor Areilza hablaba de salarios, de alimentación, de salubridad, lo que hoy conocemos como medicina preventiva, como un vehículo para luchar contra la enfermedad.
Una sociedad sana, desde el punto de vista médico, sólo se podía desarrollar en un mundo más igualitario. Sabía de lo que hablaba porque conocía el medio, ya que vivía y trabajaba allí.
Con estas ideas y con la ayuda de otros médicos, como Luis Larrinaga (1878-1953) se dieron cuenta, de la necesidad de construir un hospital para niños tuberculosos.
Pero levantar un nuevo edificio era costoso, así que presentaron su proyecto a la Diputación de Vizcaya, presidida en aquel momento por Luis de Salazar.
Salazar dio el visto bueno y apareció en escena Mario Camiña, un arquitecto que trabajaba para la Diputación.
Mario Camiña había realizado una serie de trabajos en Vizcaya, siguiendo las ideas del secesionismo vienés. Le gustó el proyecto y asesorado por las ideas de los médicos y el conocimiento de los nuevos hospitales que, se estaban construyendo en diferentes países de Europa. Preparó y levantó los planos del futuro edificio. El pintor Anselmo Guinea (1854-1906) realizó una acuarela donde se podía ver la maqueta del hospital que se quería construir. El doctor Luis Larrinaga escribió un informe sobre el proyecto y todo esto, se llevó a la “Esposicione Internazionale d'Igiene Sociale” de 1912 que, se celebró aquel año en Roma.
El proyecto ganó un premio.
Camiña ideó un hospital moderno. Siguiendo las ideas del secesionismo vienés, levantó un edificio donde predomina la sobriedad formal, de líneas rectas y sencillas.
La fachada está decorada con baldosines azules que destacan sobre el muro blanco. Para su construcción se utilizó hormigón armado, un material muy poco utilizado en aquella época.
En un principio, el edificio tuvo dos plantas y un sótano. Las cubiertas eran planas y se utilizaban como solárium. Durante años se utilizó la helioterapia (curación mediante la exposición al sol) en el tratamiento de la tuberculosis. Más tarde, se levantó una tercera planta y desaparecieron las cubiertas planas.
La zona hospitalaria constaba de cinco edificios: el hospital, un pabellón para enfermos contagiosos, una residencia para sirvientas y monjas que trabajaban allí, otro edificio con la capilla y el comedor y un quinto para el ropero.
En 1918, Camiña se jubiló y le sustituyó como arquitecto de la Diputación, Diego de Basterra (1883-1959) que continuó con el proyecto de su precursor.
Por fin en junio de 1919 se inauguró el hospital, con el nombre de Sanatorio Marino y Helioterápico de Górliz.
Después de buscar por la costa vizcaína la ubicación del edificio, se eligió el pequeño pueblo marinero de Górliz, porque era el lugar que más luz solar recibía de Vizcaya.
Se nombró director del centro, al doctor Luis Larrinaga. Llegaron los primeros niños. El sol, la alimentación, el aire limpio del mar (todavía no se utilizaban antibióticos para la curación de la tuberculosis) conseguían curar a aquellos niños que venían de zonas muy pauperizadas.
El sanatorio tuvo una vida corta. Dieciocho años después de su inauguración, en plena Guerra Civil, los niños del sanatorio marino, fueron evacuados por la Cruz Roja Internacional. Un barco, el Goizeko Izarra, los trasladó a Francia. Así, de una forma violenta, terminaba el Sanatorio Marino y Helioterápico de Gorliz.
El doctor Luis Larrinaga no volvió nunca más a trabajar allí, Areilza había muerto años antes. Con el tiempo, el edificio fue utilizado para diferentes fines.
En 1985, Osakidetza, la sanidad pública del País Vasco, se hizo cargo del edificio. Se restauró y hoy es el centro más grande de rehabilitación en Vizcaya.
El edificio de Camiña preside la playa de Górliz, se mezcla con los bañistas, surfistas y paseantes. Desde sus terrazas, los pacientes pueden ver el mar, muchos salen rehabilitados de allí, otros no.
Estéticamente, el hospital, sigue siendo una construcción moderna, racional, un homenaje a aquellos que creyeron que la sanidad tenía que ser para todos.

Mireya Martínez-Apezechea

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