miércoles, 13 de abril de 2011

Agridulce hanami


Agridulce hanami

Tengo una amiga que conoce Japón.Si comemos juntas, en su casa o en la mía, sobre la mesa suele haber nori maki que prepara ella misma. Tiene amigos en aquel país y hasta entiende algo del idioma japonés.
Puedo imaginar que al enterarse de la magnitud e intensidad del terremoto quedó en suspenso durante unos segundos para después tener un tsunami particular que le lleno los recuerdos de escombros. Que su pensamiento fue monopolizado por la tragedia hasta que averiguo cómo había afectado a sus amigos. Porque cuando has estado en el sitio donde suceden las cosas la desgracia se acerca más a ti y no se queda sólo rozándote la piel sino que te traspasa de lado a lado. La catástrofe nos impresionó y nos dolió a muchos, pero estoy segura que a ella un poco más.
La entiendo perfectamente. Yo me tapaba los oídos cuando oía, durante la guerra de los Balcanes, que Dubrovnik estaba siendo bombardeada. Una ciudad en la que había estado unos años antes sintiendo sus calles, mezclándome entre su gente, pisando su mar. Y cerraba los ojos como si los párpados tuvieran poderes sobrenaturales que impidieran que las imágenes se formaran en mi cerebro.
Muchas personas habrá que conozcan algún lugar ligado a una desgracia, para ellas las noticias tendrán un doloroso matiz especial y el motivo es que: los paisajes, las ciudades, sus habitantes y todo lo que vamos conociendo se nos entremezcla con nuestras células formando parte de nosotros para siempre.
Yo tengo una amiga que conoce el Japón.

Paloma ©

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Japón y los japoneses, con su virtudes y defectos, siempre han merecido mi máximo respeto.

Nuria dijo...

Yo también la conozco.
Ojala no ocurrieran estas cosas

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