lunes, 12 de abril de 2010

LA VECINA DE CLARA. Relato

Almudena, la vecina de Clara, salía todos los días a pasear por el barrio con su perro galgo afgano color canela. Ella y su perro vivían en un departamento de dos ambientes en el 5to. Piso B de un bonito edificio a pocas cuadras de la plaza de los Pinos. Clara con su familia vivía en el mismo edificio pero en el 5to. A.
Las vecinas siempre se encontraban en el palier, en el ascensor, en la puerta de entrada o en la calle y se saludaban amablemente.
Almudena sacaba a pasear a Bombón, tal el nombre del galgo, tres veces al día; a la mañana, a la siesta y a la noche, todos los días.
La conversación entre ambas nunca superó el, “¡qué bonito está el perrito hoy!, ¿está bañado y peinado? ¡Se lo ve tan majo!”, “¿no muerde?” “¿lloverá?”, ¿el perrito no tiene calor con ese pelo tan largo?” y cosas por el estilo, o sea, conversaciones cotidianas y normales para vecinas que compartían el mismo palier.
Había un solo lugar al que Almudena no iba con Bombón; a la misa de los domingos en la iglesia frente a la plaza. De ese detalle se había percatado Clara, que estudiaba los movimientos de su vecina, porque para Clara la vida de Almudena era un verdadero enigma; no tenía familia, ni amigas, ni parientes y nadie venia a visitarla. Nada. En fin, “pobre chica, que sola está” solía decir.
Hasta que un día, sintió la sirena de una ambulancia. Se asomó por la ventana y vio que estaba estacionada en la calle, frente al edificio. Se metió para adentro, cerró el vidrio y corrió la cortina. “¿Qué habrá pasado?” pensó. Inmediatamente, sintió que la puerta del ascensor se abría en el palier, se asomó a ver por la mirilla y vio al personal de la ambulancia con una camilla plegable y a un cerrajero que intentaba abrir la puerta con una caja de herramientas. Su corazón dio un brinco.
Clara se persignó, pero no dejó de mirar por la mirilla, un sudor frío le corría por la espalda y le temblaban las piernas, pero por nada del mundo se movería de su lugar.
El cerrajero abrió y todo el equipo de paramédicos ingresó al departamento.
Al cabo de unos minutos, que parecieron horas, Clara presenció espantada, como sacaban en una camilla tapada con una sábana, lo que parecían dos cuerpos, uno arriba de otro. No entendía muy bien lo que estaba ocurriendo y la curiosidad pudo más; abrió la puerta de un golpe para ver que llevaban en esa camilla y en ese preciso momento, por culpa de la corriente de aire, la sábana se cayó al piso dejando al descubierto lo que sus ojos hubieran preferido no ver jamás. Almudena estaba tendida de espaldas en al camilla y su Bombón arriba de ella. Sí, la había penetrado y se había enganchado. El pobre perro hacía fuerza para afuera, pero no podía salir.
Clara sintió en sus entrañas una convulsión tan fuerte, que creyó que iba a vomitar; vio la cara de su vecina, la de bombón que jadeaba y babeaba, la de los paramédicos y todo comenzó a darle vueltas. Sin decir una palabra se metió dentro de su departamento, cerró la puerta de un golpe y no volvió a salir por el resto del día.
A la semana siguiente, Almudena levantó todos sus muebles, su Bombón y se fue. Nadie supo donde.
Clara es el día de hoy que no sabe qué decir, ni contestar, y siente un revoloteo en sus tripas, cuando le preguntan si sabe algo de su vecina, esa joven maja y guapa que paseaba su Bombón por el barrio. “Capaz que se lo comió” le dijo un día a otro vecino y no pudo evitar largarse una carcajada.

Esta es una historia verídica, me la contó una amiga en una reunión hace un tiempo atrás. Los nombres son ficticios, pero el hecho ocurrió, hace unos meses, en un edificio de un barrio de la zona norte de Madrid.

Omar Magrini.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

esta historia terrible habla de una extrema y dolorosa soledad, que busca un sucedáneo que la haga más llevadera. Muy triste y muy bine contada.
Claudia

Grullas en Red dijo...

Muchas gracias Claudia. Es verdad habla de la soledad y de como mitigarla y tambien de un fenomeno social, aqui en españa al igual que en buenos aires, hay mucha gente sola con perros, es mas creo que aqui sube el porcentaje de cantida de animales por persona. Pero bueno, no deja de ser una historia triste. Me alegro que te haya gustado.
Un saludo
Omar

Gera dijo...

Excelente. Por algo dicen que hay gustos y gustos. Y otros que merecen palos.

Muy buen relato, me gustó mucho.

Grullas en Red dijo...

Muchas gracias Gera por tu comentario. Y es asi, como dice el viejo dicho popular, "Gustos son gustos".
Saludos.
Omar

BEATRIZ dijo...

Buena historia, me gusto, me cuesta creer que sea un hecho
real

Muli dijo...

¡Pobre Almudena!Triste y tremenda historia.Muy bien contada.
Saludos

Muli dijo...

¡Pobre Almudena!Triste y tremenda historia.Muy bien contada.
Saludos

Grullas en Red dijo...

Beatriz, aunque suene increíble, es verdad, eso es lo ms terrible de todo. ´Cosas de la vida.

Muchas gracias Muli, es cierto es una historia bastante tragica.

Muchas gracias a todos por los comentarios.
Hasta la próxima entrada.
Saludos
Omar

Anónimo dijo...

A mi también me cuesta creer que sea un hecho real. En cualquier caso, lo sea o no, no veo el sentido trágico o triste, mas bien me parece una historia de gran depravación.

Grullas en Red dijo...

Anónimo, es una historia real muy recordada por los vecinos del edificio y del barrio también.
Muchas gracias por su comentario.
Omar

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