miércoles, 10 de marzo de 2010

EL FORD DE IBERÁ. Relato.

El ford de Iberá.

Sentado sobre un tronco de espinillo prepara la bebida.
Con la mano izquierda sostiene el mate, en la derecha tiene la yerba que va echando lentamente en el recipiente, después tapa éste con una mano y lo agita para que salga el polvo y sólo quede la yerba, luego añade agua caliente poco a poco, para que se vaya hidratando la yerba seca y amarga. Terminado todo el proceso, mete cuidadosamente la bombilla metálica en el mate, espera unos segundos y sorbe el primer trago, vuelve añadir agua y comienza a pasarlo a los compañeros.
Los hombres forman un círculo alrededor del fuego, van bebiendo despacio, disfrutando del momento, hasta que se acabe el agua caliente de la pava y los estómagos estén satisfechos de líquido. Es un ritual, una ceremonia que realizan todas las mañanas.La última noche ha sido dura, mucho viento, el plástico que cubría la caja del camión se ha volado y han tenido que armar de nuevo la cubierta, para proteger la cama que comparten los cuatro hombres en la caja del precioso Ford de 1960.
El camión, totalmente destartalado, es más una pieza de museo que un transporte en sí, un camión fuerte, duro como ya no existe en el mercado desde hace años. La carrocería es de un color rojizo inconcreto. Ese Ford es un vehículo ideal para meterse por los caminos ripiados de los esteros del Iberá, hasta que el motor aguante, hasta que se consigan piezas de repuesto en el mercado, hasta que se pueda seguir arreglando...Los hombres llegaron allí hace una semana, bajaron sus herramientas, eligieron un lugar para hacer fuego y poder preparar la comida y el mate, acomodaron los colchones en la caja del camión, buscaron agua y vieron que no estaba lejos, se encontraban en un humedal.
Esperaron al dueño de la finca que les explicó lo que tenían que hacer y cuando éste se fue comenzaron a trabajar.Alambre, madera, azadas, clavos, martillos... Hay que cercar la finca, no es fácil, la alambrada tiene que quedar al mismo nivel y el terreno es irregular. Hacen mediciones, cavan hondo para fijar bien los postes que soportarán el peso y esto les llevará un tiempo porque hay mucho terreno que rodear. Luego seguirán con el alambre que tiene que quedar firme. Por último tendrán que preparar los portones, lo más difícil de todo, porque tendrán que abrir y cerrar bien.
De pronto, en medio del trabajo, sin avisar, pasa rápidamente una familia de ñandúes, los hombres se paran, dejan el trabajo por un momento, los cuentan, hay siete crías y dos adultos y durante toda la semana los ñandúes formarán parte de sus vidas. Los animales ya no podrán pasar por medio de la finca, porque la valla se lo impedirá, pero seguirán un camino paralelo.
Los días transcurren entre el mate de la mañana, el trabajo del día, el almuerzo, la cena, la tertulia bajo las estrellas y los animales que ven a su alrededor. Hay muchas aves que no conocen, pero sí saben de carpinchos y ciervos porque durante otra época cazaron para comer en esta misma zona. Eso fue hace años, cuando eran chicos y todavía la zona no era una reserva natural.
El más joven prepara el almuerzo. Sobre un pedazo de tabla trocea varias cebolletas y carne de vacuno y en una cacerola colocada sobre las brasas, lo rehoga. Después añadirá pimienta, sal, harina de maíz y agua. En poco tiempo está preparado el embaipú, una comida rápida, sabrosa que aporta energía. La cena será más placentera: parrillada.Ha pasado una semana y han terminado de cercar la finca, así que desmontan su campamento y junto a las herramientas van colocando los cacharros, la ropa, los colchones... Todo se vuelve a colocar en la caja del Ford.
El dueño de la finca aparece una vez más, desde que están allí todos los días se ha pasado para ver como iba todo, hoy da el visto bueno al trabajo, paga, les da un apretón de manos y se pierde por el camino en su todoterreno.Los hombres se preparan para irse, dos se suben a la cabina del camión y otros dos a la caja.
En Mercedes, su ciudad, uno de los hombres tiene trabajo, los otros tres no. Ahora tendrán que esperar otra oportunidad para poder ganar unos pesos. Mientras tanto el dueño del Ford de 1960, seguirá recomponiendo el camión hasta que el motor aguante, hasta que se consigan piezas de repuesto en el mercado, hasta que se pueda seguir arreglando...

Mireya.
Imágenes de los esteros del Iberá.
esteros de Iberá

clavel del aire en los esteros de Iberá

familia de carpinchos en los esteros de Iberá

amapola de agua en los esteros de Iberá

3 comentarios:

Gera dijo...

Muy lindo, me recuerda mucho a la tierra alla al sur.
Muy buen relato, muy descriptivo todo. Me dieron ganas de tomar unos mates.

Anónimo dijo...

Bonito relato. Siempre me hizo mucha ilusión viajar a esas tierras lejanas y conocer una familia de ñandues. Bonitas fotos.

José Miguel.

Grullas en Red dijo...

Muchas gracias Gerardo y Jose Miguel por los comentarios.
Nos alegramos todos los que hacemos Proyecto Grullas que les gusten los relatos. Los esperamos la próxima semana.
Saludos.

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