martes, 15 de enero de 2013

PIEL DE SEDA


Quisiera huir y no puedo mientras sus manos rudas y frías recorren mi cuerpo. Me evado de la realidad añorando las palmas femeninas cálidas que descubren cada día seda en mi piel, esos largos dedos que se enredan en mi pelo con infinita ternura, mientras yo, mimosa, me apoyo en su pecho. Fueron las suyas las primeras caricias que recibí y han quedado grabadas a fuego en mi memoria.

Cuando él no está somos felices las dos, nos sentimos libres, pero solo escuchar la llave en la cerradura y el portazo consiguiente, hace que yo huya a la cocina y ella finja estar muy atareada en cualquier cosa. No sé el tiempo que durará esta situación, y si tendrá el suficiente valor para dejarle y marcharnos juntas, como sería mi deseo.

Según me ha contado en esos largos monólogos en que se envuelve cuando más triste está, hubo un tiempo en que creyó amarle y juntos diseñaron un futuro que la realidad ha destruido.

Amores juveniles que alcanzan su cenit en una boda precipitada por el embarazo de la novia. Un aborto espontáneo que descubre que tanta prisa no era necesaria. La constatación de que resulta muy distinto al encontrarse, hacer eternos unos minutos, a que esos minutos se vuelvan insoportablemente largos. Las dificultades económicas, el carácter que los convierte en desconocidos, la renuncia a ser ella misma para verse sometida a su voluntad, a seguir las pautas que solo él marca… El amor, me dijo, nace de forma espontánea y va muriendo lentamente hasta convertir a los amantes en casi enemigos.

Y entonces llegué yo a la casa impuesta casi ferozmente, él nunca me quiso, pero la mujer luchó para que me quedara. No soportaba estar más tiempo sola encerrada entre cuatro paredes, necesitaba la compañía que él no le daba, argumentó. Como mal menor fui tolerada. Y aquí estoy y ya nunca podré abandonarla, a ella me refiero, la seguiría al fin del mundo. Él intuye que se ha establecido un fuerte lazo entre nosotras y trata de atraerme a su causa fingiendo por mi un amor que no siente, pobrecillo, no sabe que el mío no es pasajero.

Sueño con irnos las dos e iniciar una nueva vida en la que la vea reír y no llorar. Un futuro sin el esposo que no la hace feliz y que a veces es muy cruel.

Aaaaaayyyyyyy . Me ha tirado al suelo.

-Fuera de mi vista- dijo el hombre de la casa mientras se levantaba airado del sillón- me has arañado gata de mierda, vete de aquí.

Alicia



1 comentario:

Gera dijo...

Fantástico! Me gustó mucho el relato!

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