Muros de piedra que parecen más fuertes con el paso de los siglos. Las paredes que hablan, cuentan historias. Suelos empedrados. Rincones. Pasadizos. Amores secretos. Cuerpos sudados. Besos robados. Escondidos. Antorchas y volutas de humo negro, muy negro. Cada piedra en su sitio creando una fortaleza y un castillo majestuoso. Un baile de princesas. Reyes, nobles y plebeyos. Trolls, geniecillos y gnomos. Hadas y cíclopes. Pasillos oscuros, frescos, sombríos, mazmorras y gritos. Cuerpos encerrados. Pasos vacilantes, pasos decididos, pasos sonoros. Cadenas que se arrastran, llaves que se mueven. Gritos, lamentos. Ecos. Me despierto en el mejor momento, cuando estaba llegando a la celda para rescatarla.
Sueños. Sueño de día, sueño de noche, despierto y dormido. En casa, en el coche, en el metro y en el bus. Sueño siempre, hasta en el avión mis sueños vuelan. Vivo lo que nunca viviré, me encuentro con personas que no fueron, que ya no están, que nunca ví, pero en ese lugar adonde me lleva el sueño, todos hablan conmigo...
No tengo límites en mis sueños para hacer todo lo que se me ocurra y mucho más. Los vivo sin ataduras, ni cadenas, ni miedos, ni formalidades. Un día los recuerdo, otro día no; un día se desvanecen con el lento paso de las horas y otro día me acuerdo de ellos a la hora de la siesta. Los sueños son mi película, con guión y argumento hecho a medida, como las camisas de hojas del otoño.
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